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Naruto seguía pensando en lo que acababa de escuchar, mientras esquivaba el denso tráfico de la ciudad subido a su Honda negra

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Naruto seguía pensando en lo que acababa de escuchar, mientras esquivaba el denso tráfico de la ciudad subido a su Honda negra. En un momento dado, se cuestionó los motivos por los que investigaba el pasado de Hinata Hyūga en vez de centrarse en el presente para esclarecer el asesinato de Moegi Kazamatsuri. 

Era cierto que la psicóloga lo atraía más de lo que deseaba admitir y, después de oír su historia, se sentía aún más fascinado por ella; pero no era por eso por lo que estaba llevando esa investigación paralela. Tenía el presentimiento de que, a pesar de que las apariencias y los antecedentes de Moegi apuntaban a un móvil sexual, el asesinato estaba relacionado de alguna manera con la señorita Hyūga. 

Si no, ¿por qué alguien había envenenado a su perro? Además, ¿Quién había entrado en su habitación mientras dormía? Quizá ese arisco muchacho que estaba loco por ella. Naruto  no descartaba a ningún posible sospechoso. 

Había echado un vistazo al historial de Kawaki y, desde luego, el chico no era ningún angelito. No, ahí había algo más de lo que a simple vista podía apreciarse. El policía siempre había confiado en su instinto y hasta entonces no le había fallado.

Nada más llegar a la comisaría Konan le informó de que le había llamado el forense, así que en cuanto se sentó en su mesa le devolvió la llamada.

—Buenos días, Naruto. Ya he averiguado cuál fue el arma del crimen —el forense, con el que había trabajado en multitud de ocasiones, no se anduvo por las ramas—. La muchacha fue asesinada con un corvo chileno.

—¿Un qué? —Naruto jamás había oído hablar de semejante arma.

—Es un cuchillo tradicional de Chile que se usa para la lucha cuerpo a cuerpo. Es una especie de pequeño cuchillo. En Chile desarrolla un tamaño y un peso mayor, y fue utilizado por ganaderos y agricultores hasta la guerra de la Confederación Perú-Boliviana...

—Oh vamos, doctor, no me maree con tantos datos —le interrumpió Naruto sin contemplaciones. Al parecer el forense debía estar acostumbrado, porque no se molestó en ofenderse.

—Ya sé que desperdicio mis conocimientos en una panda de analfabetos funcionales como ustedes. En fin, usted se lo pierde, Naruto, acuérdese de la famosa frase: el saber no ocupa...

De nuevo Naruto lo cortó en seco. El doctor era un gran profesional, pero tenía alma de profesor frustrado y en cuanto empezaba a disertar sobre un tema era difícil detenerlo.

—¿Puede mandarme una foto?

—Abra su correo; le está esperando en su bandeja de entrada. En fin, le haré un pequeño resumen: con un corvo no se pueden asestar puñaladas frontales. La hoja es introtorsa, es decir, el filo principal es el interno, por lo que se coloca con la punta para abajo y se utiliza como si fuera la garra de un animal.

»—Las heridas que provoca, similares a los zarpazos de un gran felino, son devastadoras. Los corveros buscan siempre un golpe certero para acabar con sus oponentes de un solo tajo pero, en esta ocasión, o el asesino no sabía usar ese tipo de cuchillo con destreza o lo utilizó de forma sádica. Yo soy de la opinión de que el asesino buscaba causar el mayor daño posible.

Protege mi OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora