Cuando el ruido del motor del coche de Shino Aburame se convirtió en un rumor lejano, Naruto se volvió hacia Kawaki.
—Te agradecería que nos dejaras solos —le dijo, seco.
—Solo me iré si me lo pide Hinata —el joven se acomodó mejor en la silla con una mirada desafiante y a Hinata le recordaron a dos gallitos de pelea, disputándose el mando del gallinero.
—Perdona, Kawaki, pero tengo que hablar con el inspector de ciertos asuntos confidenciales —Hinata colocó su mano sobre el antebrazo del joven en un intento de confortarlo, pero el chico se apartó con brusquedad y se levantó de la silla con tanta violencia que estuvo a punto de derribarla.
—Me parece que le consiente demasiadas cosas a ese chico —comentó Uzumaki con desaprobación, mientras observaba alejarse con rapidez la delgada figura del muchacho, que iba asestando violentas patadas a todas las piñas que encontraba a su paso.
—Inspector, no voy a permitir que me diga cómo debo tratar a los chicos que viven bajo mi techo, así que, por favor, guarde sus consejos para otras personas más receptivas —a pesar de que se le notaba que estaba molesta, el tono de la psicóloga era sereno y al policía le sorprendió una vez más el autocontrol del que hacía gala.
—He hablado con mi amigo —Naruto decidió cambiar de tema—. Me ha asegurado que mañana por la mañana vendrá sin falta a instalarle la alarma. Dice que le hará un buen descuento.
—Muchas gracias, inspector.
Naruto miró a su alrededor para asegurarse de que nadie los oía y se sentó en una silla. Sin pedir permiso, cogió una de las galletas del paquete que había sobre la mesa y le dio un mordisco.
—Hmm. Rica. Y ahora cuénteme qué es lo que ha pasado, espero que no haya sido una pesadilla producida por una cena abundante...
El inspector Uzumaki se comportaba como un arrogante hijo de perra y a Hinata le entraron ganas de mandarlo al carajo, pero se contuvo y, con el mismo aire indiferente que había adoptado él, le contó lo ocurrido la noche anterior.
Mientras hablaba, el inspector mantuvo sus penetrantes ojos clavados en ella de una manera que hacía que Hinata se sintiera cada vez más incómoda. Cuando la joven acabó su relato, se hizo un pesado silencio que Naruto fue el primero en romper:—Le agradecería que me lo contara todo —Sus palabras sonaron hastiadas, como si ya estuviera harto de tonterías.
Las mejillas de Hinata enrojecieron y lo miró turbada:—No sé qué quiere...
—Mire, señorita Hyūga, no estoy aquí para perder el tiempo. Sé que hay algo más en esta historia que no me ha contado, así que, si no está dispuesta a ser sincera, le deseo buenas tardes —Naruto cogió otra galleta y se levantó de la mesa.
—Espere —Hinata lo detuvo con un gesto—. Perdóneme, tiene razón.
Naruto se volvió a sentar, pensando que la señorita Hyūga era una ingenua si creía que a esas alturas del partido no sabía cuándo un sospechoso no le contaba toda la verdad. Observó cómo se sujetaba uno de los suaves mechones que habían escapado de su moño detrás de la oreja y ese sencillo gesto, tan femenino, le provocó un pinchazo en la ingle.
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Protege mi Oscuridad
Paranormal¿Qué pasa cuando la realidad dista de ser como pensamos? ¿Qué pasa cuando la lógica no explica todo lo que sucede? - Adaptación a los personajes de Naruto - Protagonistas Naruto y Hinata - La historia imágenes y personajes no me pertenecen, créditos...