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En la comisaría todos, salvo su amigo Sasuke Uchiha, procuraban evitar en lo posible a Naruto

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En la comisaría todos, salvo su amigo Sasuke Uchiha, procuraban evitar en lo posible a Naruto. Llevaba una semana de un genio endiablado, y aquel que osaba acercarse a él se arriesgaba a ser blanco de su afilada lengua y a salir con una tira menos de piel.

—¡No me vengas con que los recursos son escasos, llevan siendo míseros desde hace años, así que la culpa es suya, que estén todo el puto día jodiéndonos a todos! ¡Me importa una mierda que haya casos esperando desde el año tres antes de Cristo, quiero los resultados ya! 

Después de colgar y dejar con la palabra en la boca al del laboratorio de la policía científica, Naruto arrojó el teléfono celular sobre la mesa con tanta violencia, que cayó al suelo y se desintegró en medio de una lluvia de piezas.

—Ahhh mierdaa...

—Hombre, Naruto, tú siempre de tan buen humor —Sasuke apareció en la puerta, justo cuando Naruto, agachado en el suelo, trataba de arreglar el celular—. Tal vez juntarte mucho conmigo te ha hecho daño, pero tú ahora eres peor... ¿Te has cargado otro teléfono? A este paso, vas a tener que trabajar horas extra en el McDonald's para sacarte un sobresueldo.

—Mierda de aparatos. No aguantan nada —Naruto se dio por vencido, sacó la tarjeta SIM y arrojó los restos del móvil a la papelera.

—¿Alguna novedad sobre el manco del depósito de agua? —preguntó su compañero, sentándose sobre una de las sillas.

Naruto se pasó una mano nervioso por su despeinado cabello rubio y contestó:—Nada nuevo. Los idiotas del laboratorio se lo están tomando con calma.

—¿Puede saberse qué carajos te pasa últimamente? Hasta Konan, la de recepción, se ha quejado de ti. Dice que ya no hablas, que solo ladras.

—No me pasa nada. Es solo que este caso no parece llevar a ninguna parte. De repente, el principal sospechoso aparece muerto y no tengo a un buen sustituto para remplazarlo.

Naruto se sentó detrás de su mesa y, con una violencia desproporcionada, empezó amontonar en una de las esquinas los numerosos expedientes que yacían esparcidos sobre ella, acumulando polvo.

—Nunca te he visto reaccionar de esta manera ante un caso. No habrá algo más, ¿verdad? ¿Qué me dices de la señorita Hyūga? —preguntó Sasuke sin apartar la vista de él.

Al escuchar sus palabras, la furia de Naruto se desbordó y con los ojos echando chispas, gritó:—¿Qué rayos pinta la señorita Hyūga en todo esto?

—Igual es la sospechosa que estás buscando —respondió su compañero sin inmutarse ante su agresividad, mientras estudiaba con interés un resto de algo no identificado que se le había metido debajo de la uña del dedo índice.

—¡No digas estupideces! —la voz de Naruto retumbó en el despacho.

—No son estupideces. A lo mejor se cargó a la niña porque... no sé, igual al ser más joven tenía el cutis más terso... y luego mató al jardinero porque le olían los pies...

Protege mi OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora