𝙶𝚄𝙴𝚁𝚁𝙰

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Las estrellas comenzaron a parpadear en el cielo mientras Thranduil y Mara observaban la preparación de los elfos de Mirkwood para la batalla inminente

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Las estrellas comenzaron a parpadear en el cielo mientras Thranduil y Mara observaban la preparación de los elfos de Mirkwood para la batalla inminente. El sonido de espadas siendo afiladas y arcos siendo tensados llenaba el aire con una inquietante sensación de urgencia.

- Estamos listos. - informó uno de los capitanes, acercándose al rey. - Las patrullas están en sus posiciones y los exploradores han empezado a moverse. - Thranduil asintió, su mirada fija en el horizonte oscuro. Mara se acercó, su expresión decidida pero con un atisbo de preocupación.  

- He coordinado a los exploradores. Están cubriendo todos los puntos de entrada al bosque.

- Excelente. - respondió Thranduil, apretando suavemente su hombro. - Debemos estar preparados para cualquier cosa.

De repente, un cuerno sonó a lo lejos, un eco lúgubre que se extendió por el bosque. Todos se tensaron, sabiendo que el momento había llegado. Un explorador apareció corriendo hacia ellos.

- ¡Orcos! Vienen del oeste. ¡Muchos más de los que habíamos contado antes! - Thranduil y Mara intercambiaron una mirada rápida. 

- Prepara a los guerreros. - ordenó. - No podemos dejarlos avanzar más.

Los elfos se movilizaron con rapidez, tomando sus posiciones mientras los tambores de guerra de los orcos se acercaban. Las antorchas iluminaban el bosque, proyectando sombras amenazantes en los árboles. Mara desenfundó sus dagas, su mirada fija en el enemigo que se aproximaba.

- Thranduil.- dijo ella, su voz firme. 

- Lo sé. - respondió él, sacando su espada.

Los orcos emergieron de la oscuridad, sus gritos de batalla llenando el aire. Thranduil lideró la carga, su espada brillando bajo la luz de las antorchas. Mara se movió con gracia y precisión, enfrentándose a los orcos con una determinación feroz.

En medio del caos, Thranduil se encontraba luchando contra un grupo de orcos especialmente grandes y brutales. Su espada danzaba en el aire, cortando a través de la carne y el metal con una precisión letal. Cada movimiento era calculado, cada golpe era decisivo. A su lado, Mara se deslizaba entre los enemigos, sus dagas destellando mientras cortaban gargantas y arterias, su rostro una máscara de concentración y furia.

El clamor de la batalla llenaba el bosque. Los orcos, aunque numerosos y brutales, no estaban preparados para la ferocidad de los elfos de Mirkwood. Las flechas de los arqueros elfos caían como lluvia, abatiendo a los orcos desde la distancia. Los guerreros elfos combatían con una elegancia mortal, sus movimientos armoniosos en medio del frenesí de la guerra.

Mara se encontró cara a cara con un líder orco, un ser monstruoso con una cicatriz que le cruzaba el rostro. Él rugió y atacó con una gran hacha, pero Mara la esquivó con agilidad, contraatacando con una rapidez que el orco no pudo igualar, pero intentó detenerla dándole un golpe en la cabeza con sus manos, dejándola anonadada en el suelo. 

La luz del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora