Capítulo 93 ~ Festival de primavera

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Maxi hizo un torpe intento de enderezarse. Como había dicho la princesa, se encontraba en perfecto estado de salud. Su tez era normal, sus mejillas sonrosadas y, como Riftan había seguido alimentándola, su rostro había cobrado cuerpo nuevamente. Sin embargo, Riftan todavía la miraba con ojos llenos de preocupación.

— Lo siento, Alteza, pero mi esposa aún necesita descansar. Además, hoy en día el pueblo está repleto de visitantes y no es seguro. No puedo poner en peligro a mi esposa cuando todavía no ha...

— Mi querido Sir Riftan — replicó la princesa — No te estamos pidiendo que nos envíes a un campo de batalla. Sólo deseamos asistir a un festival al que se dice que asisten todas las doncellas inocentes del campo. ¿No sabes que preocuparse demasiado también es una enfermedad?

Riftan le dio una mirada amenazadora. Fue la mirada furiosa lo que hizo que sus caballeros sudaran frío, pero la princesa Agnes simplemente resopló en respuesta.

— No me mires así. Si estás tan preocupado, puedes acompañarnos.

— No tengo tiempo que perder en algo tan inútil... — dijo Riftan antes de interrumpirse al ver que el rostro de Maxi se oscurecía.

Maxi rápidamente adoptó una expresión plácida.

— No deseo molestarte. Yo estoy...

Maxi se detuvo. Por costumbre, había estado a punto de decirle que le parecía bien no ir, pero se contuvo al recordar que a él no le gustaba oírla decir eso. Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. La princesa se cruzó de brazos y miró imperiosamente a Riftan. Incluso los caballeros, que hasta el momento no habían dicho una palabra, le dispararon dagas.

— Vamos, comandante. ¿Por qué no dejarlas asistir? Después de todo, es sólo una fiesta del pueblo.

— El tiene razón. Su Señoría también tiene derecho a disfrutar libremente de las festividades que se celebran en Anatol. Sólo se ganará su desprecio si intenta mantenerla encerrada, comandante.

Cuando Hebaron y Gabel hablaron por ella, Riftan les lanzó una mirada asesina. Los caballeros fingieron encogerse en sus sillas y cerraron la boca.

Riftan permaneció en silencio durante mucho tiempo, luciendo descontento, antes de finalmente levantarse de su asiento con un suspiro.

— Bien. Tengan un carruaje listo. Yo te acompañaré.

Chasqueó la lengua como si estuviera disgustado y luego se volvió para estudiar el rostro de Maxi con los ojos entrecerrados.

— Pero si noto que te ves cansada, debemos regresar al castillo inmediatamente.

Maxi asintió, con el rostro sonrojado de alegría.

— ¡E-Entiendo!

Aunque se sentía mal por tomarse su tiempo cuando él estaba ocupado, no pudo contener su emoción por el hecho de que iban a ir de excursión juntos.

Riftan comenzó a agarrar algunos artículos cuando Hebaron se acercó a él con una sonrisa pícara.

— Déjame acompañarte. Después de todo, nunca está de más tener más acompañantes.

— ¿Está seguro de que no son las doncellas del pueblo a quienes busca, Sir Hebaron? — dijo Gabel, bloqueándole el paso al corpulento caballero —. Debes permitirme acompañarlos esta vez. En nombre del código de caballería, protegeré la virtud de las excitables doncellas de Anatol durante la Fiesta de la Primavera.

— Mira, no eres mejor que...

— Elliot, vienes con nosotros — intervino Riftan, poniendo rápidamente fin a sus discusiones —. No quiero que estos dos se acerquen al pueblo. No permitiré que las mujeres de Anatol llamen a mi puerta con sus bastardos.

Debajo del Roble ~ Libro 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora