— E-Estoy segura de que sabes más que eso. Incluso conmigo, tú...
— Incluso contigo, ¿qué? — preguntó Riftan, arqueando una ceja.
Maxi se mordió el labio y soltó algo que normalmente nunca se atrevería a decir en voz alta.
— Antes de ca-casarme contigo... y-yo no... conocía nada de... mi propio cuerpo, pero tú... ya lo sabías. Fu-Fuiste tú... quien me enseñó... có-cómo se hacía – dijo tropezando con su lengua.
¿Lo estaba acusando de usar con ella las habilidades que había aprendido de otras mujeres? ¿Puede haber algo más absurdo? Incluso ella no podía entender por qué estaba discutiendo sobre tal asunto.
Riftan parecía desconcertado como si no pudiera captar la intención detrás de su pregunta.
— El noventa por ciento de las palabras dichas por los mercenarios son obscenidades — dijo, luciendo extrañamente nervioso —. Cada vez que abren la boca, lo único que dicen es dónde y cómo tocar a una mujer para que se pongan frenéticas, como si fuera algo de lo que presumir. He tenido que escuchar ese tipo de conversaciones desde que tenía doce años. Lo único que sé son vulgaridades y resulta que la mitad de ellas ni siquiera eran ciertas...
Él la miró antes de apartar la mirada. Se aclaró la garganta y cambió de táctica, aparentemente tratando de liberarse del tema embarazoso.
— De todos modos, me alegro de que no estés herido. ¿Es doloroso?
— Tengo un ligero dolor de estomago y me siento apática pero es soportable.
— Te ves pálida.
Le acarició la mejilla antes de dirigirse al baño con un suspiro.
— Me bañaré solo. Deberías recostarte y descansar.
Maxi hizo lo que le decía y se deslizó debajo de las sábanas. Oyó el agua del baño chapoteando detrás de ella. Mientras Riftan se lavaba, ella yacía acurrucada en la cama luchando contra el dolor punzante.
Un rato después, Riftan terminó su baño y se puso un par de pantalones de algodón. Se acostó detrás de ella y la acercó, frotando suavemente su abdomen inferior con su mano cálida.
Maxi gimió aliviada. Con su cuerpo calentado por el baño presionado contra su espalda, sintió que sus músculos tensos se relajaban. Deslizó el otro brazo debajo de su cabeza y presionó sus labios contra su hombro y mejilla.
— Me molesta que tengas que pasar por algo así. ¿Con qué frecuencia sucede?
— S-Suele ocurrir de forma intermitente — respondió Maxi vagamente.
Ella rezó para que él no se diera cuenta de que su ciclo era diferente al de las mujeres comunes y corrientes. Su ignorancia fue una bendición en algunos sentidos. Sintiéndose aliviada y odiándose a sí misma por ello, se acurrucó más profundamente en sus brazos.
El aroma dulce y refrescante que era exclusivamente suyo despertó todos sus sentidos. Él enterró la cara en su cabello y respiró hondo como si quisiera inhalarla por completo.
Un suave suspiro escapó de sus labios.
— Espero que termine pronto.
Era obvio que el deseo que sentía por ella le dolía. Maxi pudo ver que el sentimiento no era por su necesidad insatisfecha, sino porque no quería verla sufrir.
Riftan continuó acariciando su apretado estómago y acariciando el contorno de su mejilla. Su toque fue ligero, como si ella fuera un delicado capullo que pudiera ser aplastado con la más mínima fuerza. Maxi trazó las venas prominentes de sus brazos mientras lentamente se iba quedando dormida.
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Debajo del Roble ~ Libro 03
FanficTercera parte de la historia del matrimonio disfuncional de Maxi y Riftan, en la que comunicarse no se les da. Ahora llego la ex casi prometida y casi roba maridos, la princesa Agnes. Tengo una opinión sobre ella, pero me gustaría mas conocerla a...