— Este polvo debería resultarle familiar, mi señora. Es un coagulante que se elabora triturando las hojas y raíces secas de una planta de pepino y mezclándolas con una pizca de harina y hierbas. He preparado una gran cantidad, pero puede intentar prepararla usted misma con esta receta si se le acaba. Debe usar la balanza para medir los ingredientes con precisión. También he anotado otros remedios que no son demasiado difíciles de preparar, así que léalos siempre que pueda.
Ruth colocó sobre el escritorio el pergamino que contenía las recetas, una balanza pequeña y papeles finos utilizados para moler hierbas. Maxi, que había estado tomando notas apresuradamente con una pluma empapada de tinta, miró los artículos con expresión preocupada.
— ¿Crees que necesitaremos tanta medicina?
— No hay manera de saberlo, mi señora. Como ya ha experimentado, existe un límite en la cantidad de personas que puede curar con magia. Siempre es aconsejable estar preparado.
Se encogió ligeramente de hombros y le mostró a Maxi cómo usar la báscula. Maxi anotó su explicación en el pergamino lo más minuciosamente que pudo. Era consciente de que Ruth tenía mucho entre manos, pero aparentemente era más de lo que había imaginado. La carga de tener que ocupar sus zapatos de repente pesó sobre sus hombros.
— Creo que ya logré explicárselo todo, mi señora. Tome, déjeme darle la llave de la torre.
Ruth, que había estado mirando pensativamente al techo con los brazos cruzados, sacó una llave del bolsillo.
— Ninguno de los artículos aquí es particularmente peligroso, pero trate de no tocar nada excepto los libros y las hierbas, mi señora.
— L-Lo tendré en cuenta — respondió Maxi, quitándole la llave con cautela.
Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Ruth parecía avergonzado mientras se rascaba el pelo desordenado.
— Dejo a Sir Riftan y a los demás caballeros a su cuidado, mi señora. Tontamente piensan que son invencibles, por lo que son propensos a la imprudencia. Me preocupa muchísimo dejarlos atrás.
Maxi sonrió levemente. Sabía cuánto se preocupaba Ruth por Riftan y los caballeros. Después de todo, ¿acaso no fue por su sincera preocupación por Anatol que se tomó el tiempo para todas estas lecciones de magia?
— No tienes que preocuparte por Anatol... y cuídate mucho — dijo Maxi lo más alegremente que pudo para tranquilizarlo — Tú serás el que... d-después de todo, trabajará duro.
— Eso es cierto — dijo Ruth, con los hombros caídos como si recién se diera cuenta de su propia situación —. Supongo que no dormiré en una cama por un tiempo.
— Tu r-rara vez dormías en una de todos modos —. dijo Maxi, sacudiendo la cabeza con incredulidad —. Al menos... intenta dormir en una cama ca-caliente esta noche y no te saltes la cena. Le he pedido al cocinero que prepare un festín especial... así que asegúrate de venir a cenar al comedor.
— Tengo toda la intención de hacerlo, mi señora — dijo Ruth alegremente, volviéndose hacia la puerta —. No anticipo poder comer nada que se considere alimento por un tiempo, así que engrasaré mi estómago antes de irme. Bueno, entonces. ¿Regresamos?
Maxi recogió los pergaminos y miró fijamente su espalda con lástima mientras salía de la habitación. Sintió lástima por él y al mismo tiempo agobiada por la responsabilidad que asumiría después de que él se fuera. Fue entonces cuando se dio cuenta de cuánto había llegado a depender de este hechicero entrometido.
— E-Estoy realmente agradecida... por todo lo que has hecho por mí, Ruth. Es gracias a tu ayuda... que he podido superar tantos...
— ¡Espere! Le agradecería que se abstuviera de hacer comentarios tan siniestros — dijo Ruth, moviéndose de arriba abajo y mirándola fijamente como si le hubiera maldecido —. Es como si me estuviera diciendo un último adiós.
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Debajo del Roble ~ Libro 03
Fiksi PenggemarTercera parte de la historia del matrimonio disfuncional de Maxi y Riftan, en la que comunicarse no se les da. Ahora llego la ex casi prometida y casi roba maridos, la princesa Agnes. Tengo una opinión sobre ella, pero me gustaría mas conocerla a...