Capítulo 113 ~ Un nuevo maestro

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— Oh, pero creo que la parte divertida apenas comienza — dijo Hebaron.

El caballero a su lado le dio un codazo en el costado. La expresión de Riftan era tan gélida que las sonrisas en los rostros de los caballeros desaparecieron instantáneamente.

— En realidad, creo que ya es hora de nuestro turno en el sitio de construcción...

— Ja ja. ¿En serio? Deberíamos irnos, Sir Hebaron.

Hebaron se negó a irse, pero los caballeros prácticamente lo arrojaron hacia la puerta mientras salían corriendo. Preocupada por haber avergonzado a su marido delante de sus subordinados, Maxi escaneó furtivamente su rostro.

Riftan observó las figuras que se alejaban con una expresión impasible antes de tomarle la cara y bajar la cabeza. Unos labios cálidos rozaron los de ella en un beso suave que hizo que la nariz de Maxi se pusiera roja.

— N-No me beses. Todavía... estoy enfadada contigo.

— Seguro que sabes cómo volver loco a un hombre.

Con una sonrisa amarga, enrolló un mechón de su cabello alrededor de su mano. Maxi lo escuchó lanzar un suspiro por encima de su cabeza.

— No más de esto. Me has atormentado bastante estos últimos tres días.

Maxi lo miró. Era bastante absurdo que actuara como si hubiera sido sometido a una cruel tortura, pero al mismo tiempo ella se sentía secretamente halagada.

— N-No estaba tratando de atormentarte. Estaba... enojada — dijo Maxi tímidamente.

— Eres absolutamente terrorífica — bromeó.

Sus ojos de repente se pusieron serios.

— Maxi, puedes venir aquí a curar a la gente si lo deseas, pero... igual voy a contratar a otro sanador lo antes posible.

El rostro de Maxi se ensombreció de decepción.

— ¿Es... porque no me encuentras c-confiable?

— Sé que tienes talento — respondió Riftan, casi molesto como si este hecho no le agradara —. Todo el mundo ha estado elogiándote e incluso yo puedo ver que eres buena. Pero sólo han pasado unos meses desde que empezaste a aprender magia. Como mago novato, no podrás encargarte de cientos de soldados por tu cuenta. Necesitarás que alguien te ayude

— ¿C-Cómo sabes eso si ni siquiera lo he intentado? — replicó Maxi.

El rostro de Riftan se endureció.

— No seas testaruda. No es como si pudieras curar a la gente todo el día.

Maxi parecía descontenta, pero sabía que Riftan tenía razón. Le sería imposible atender a todos ella sola si ocurriera otro gran accidente. Además, no había ningún motivo para que ella se opusiera a contratar a otro sanador.

Maxi asintió de mala gana. Riftan le acarició la mejilla como para apaciguarla.

— Piensa en ello como conseguir un asistente. No intentes asumir demasiadas cargas a la vez.

Maxi suspiró con resignación. Teniendo en cuenta lo sobreprotector que solía ser, sabía que era él quien estaba haciendo muchas concesiones.

Después de todo, él era un hombre que no permitiría que ni siquiera una mota de polvo la agobiara. Maxi decidió que por el momento se contentaría con obtener su permiso.

Después de estudiar su rostro durante mucho tiempo para asegurarse de que no estuviera disgustada, Riftan la instó a esperarlo esta noche antes de salir de la enfermería.

Debajo del Roble ~ Libro 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora