CAPÍTULO 16 ENCUENTROS PROHIBIDOS

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En la casa de campo de Lady Amelia, situada en las afueras del pueblo, rodeada por un bosque espeso que parecía protegerla de miradas indiscretas.

Las sombras bajo la luz de la luna, creando una atmósfera de misterio. Dentro, Amelia aguardaba con nerviosismo.

Sabía que aquella visita clandestina podía cambiarlo todo, pero no podía evitar la mezcla de emociones que la invaden: amor, resentimiento y una profunda preocupación por el futuro de su hija.

 James llegó con mucho cuidado, él es un hombre que tenía mucho que perder. Su matrimonio con Isabel era una fachada, que solo mantenía sus aspiraciones sociales, pero su corazón y sus deseos seguían atados a Amelia.

 A pesar de sus circunstancias, no podía dejar de acudir a ella, atraído por una mezcla de pasión y una obligación no resuelta.

James: Amelia, susurró al entrar en la habitación oscura

James: ¿Dónde estás?

Amelia apareció en el umbral de la puerta, su figura esbelta recortada contra la tenue luz del candelabro. Su mirada, cargada de reproche y añoranza, y amor se clavó en él.

Amelia: James, suspirando

Amelia: No deberías estar aquí.

El ambiente estaba cargado de tensiones no resueltas. James se acercó a Amelia, tomando sus manos entre las suyas.

James: Amor puedo evitarlo,

James: No puedo alejarme de ti, sabes que te amo. Dijo, su voz llena de una desesperación apenas contenida.

Amelia: ¿Y qué hay de nuestra hija, James?

Amelia: ella te necesita. Retirando sus manos bruscamente

Amelia: ¿Cuánto tiempo más planeas ocultarla?

Amelia: No podemos seguir así. Es tu responsabilidad, y ella merece ser reconocida.

James bajó la mirada, su rostro mostrando el conflicto interno. Sabía que Amelia tenía razón, pero el miedo a las repercusiones sociales y a la ira de Lord Henry lo paraliza.

James: Lo sé, Amelia, pero no es tan sencillo. Si alguien descubre que tengo una hija contigo, perderé todo lo que he logrado.

James: Mi matrimonio con Isabel... Amelia lo interrumpió.

Amelia: ¡Tu matrimonio con Isabel es una maldita farsa!. Su voz llena de rabia y amargura.

Amelia: La amas a ella, pero sigues viniendo aquí. Sigues buscándome a mí.

James: las amó a las dos,no lo puedes entender.

Amelia se apartó de él, caminando hacia la ventana y mirando hacia el jardín con los ojos llenos de lágrimas.

Sabía que había llegado el momento de enfrentar a James con la verdad que ambos habían estado evitando.

Amelia: James, hay algo que tengo que decirte, su voz temblando ligeramente.

Amelia: Nuestra hija no está bien. Ha estado enferma y necesita tratamiento.

Amelia: No puedo hacerlo sola. Necesito que actúes como su padre.

James se quedó en silencio, procesando las palabras de Amelia. Su mente estaba dividida entre el deber y el deseo, entre el amor que sentía por Amelia y el temor a las consecuencias.

James: ¿Qué quieres que haga, Amelia?

James: te daré suficiente dinero para su tratamiento.

Amelia: Quiero que la reconozcas, James. Quiero que seas un padre para ella, que la protejas y la cuides.

James: sabes que no puedo hacer esto.

Amelia: Si no lo haces, me veré obligada a revelar la verdad a todos. No puedo seguir viviendo en esta mentira, y nuestra hija merece más que esto.

James sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Sabía que Amelia era capaz de cumplir su amenaza. Si ella revelaba la verdad, su mundo cuidadosamente construido se derrumbaría.

James: Amelia, por favor, amor dame más tiempo. Encontraré una manera de manejar esto sin que todo se desmorone.

Amelia se voltea hacia él, su expresión endurecida por la rabia y la frustración.

Amelia: El tiempo se acabó, James. Tienes que tomar una decisión.

Amelia: No por mí, sino por Margaret tu hija. No merecemos vivir en la sombra por tu cobardía.

James sintió el peso de sus palabras. Sabía que no podía seguir evadiendo su responsabilidad. Por primera vez en mucho tiempo, se enfrentó a la realidad de su situación.

Mientras James luchaba con sus emociones, Amelia comenzó a trazar un plan en su mente. Sabía que no podía confiar en James, él no haría lo correcto, así que tomo el control de la situación.

Amelia: Escúchame, James ,con  su voz firme

Amelia: Voy a escribir una carta a Lord Henry, y le diré todo. Si no haces algo antes de que la carta llegue a sus manos, él sabrá la verdad y tomará medidas.

James la miró con horror. Sabía que la reacción de Lord Henry sería despiadada. Pero también sabía que Amelia no estaba bromeando. Ella haría lo que fuera necesario para proteger a su hija.

James: De acuerdo. Haré lo que pueda. Pero por favor, dame tiempo para resolver esto de una manera que no destruya nuestras vidas.

Amelia sonríe, sabiendo que había ganado su una pequeña victoria. Pero también sabía que la batalla estaba lejos de terminar. Tenía que estar preparada para cualquier eventualidad.

Con mucha tensión en la habitación que era palpable, James se preparaba para irse. Sabía que su vida estaba a punto de cambiar drásticamente, y no estaba seguro de si estaba preparado para ello.

James: Amelia, acercándose a ella por última vez.

James: Te prometo que haré todo lo posible por nuestra hija. Pero por favor, no tomes decisiones precipitadas. Te lo ruego.

Amelia lo miró, su expresión suavizando se ligeramente. A pesar de todo, aún sentía algo por él.

Amelia: Espero que cumplas tu promesa, James.

Amelia: Porque de lo contrario no tendré más remedio que actuar. Y entonces, ya no habrá vuelta atrás.

James, sabía que sus palabras eran sinceras. Con un último vistazo, salió de la casa, dejándola en la oscuridad y la incertidumbre.

Amelia se quedó sola en la habitación, la presión de la situación pesaba sobre en sus hombros. Sabía que no había tomado una decisión fácil pero era necesaria.

No podía seguir viviendo en la sombra de un hombre que no estaba dispuesto a asumir su responsabilidad.

Mientras miraba por la ventana, su mente volvió a los momentos felices que había compartido con James, antes de que todo se complicara. Sabía que esos días no volverían, pero también sabía que tenía que luchar por el futuro de su hija.

Lord James

EL JARDÍN DE LOS AMORES PROHIBIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora