En dulzura. ⁷

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Lucy está embarazada de seis meses de sus mellizos con Eduardo, y tiene algunos pedidos interesantes de refrigerios en mitad de la noche.

Todo comienza una noche de miércoles cualquiera de agosto, cuando Lucy tiene 24 semanas de embarazo.

Él ya está acostumbrado a sus... digamos interesantes pedidos de bocadillos, pero no está preparado para la locura que comienza esa noche. Y eso es decir algo porque hasta ahora, sus antojos han incluido sándwiches de mantequilla de maní y mermelada con papas fritas mezcladas, y pastel de chocolate con pepinillos y kétchup, entre otras cosas. Ella ya había comido bocadillos en mitad de la noche antes, pero solo habían sucedido esporádicamente aquí y allá. Así que cuando ella le pide champiñones otra noche, él no le da mucha importancia al principio.

Se despertó con unos incesantes empujoncitos en el costado seguidos de un rastro de besos a lo largo de su mandíbula.

Lucy: Lalito.

Lalito: mmmm.

Lucy: bebé.

Lalito: Qué.

Lucy: Tengo hambre

Lalito: está bien

Lucy: amor -lo pica un poquito- tengo hambre

Lalito: Lo escuché -murmura y la acerca más para poder enterrar su cara en su cuello.

Ella deja escapar un gruñido de disgusto y trata de soltarse de su agarre.

Lucy: Amor se lamenta de nuevo tengo hambre ¿Puedes traerme algunos champiñones, por favor?

Lalito: Otra vez no son hongos.

Lucy: Sí, otra vez champiñones por favor tengo mucha hambre.

Lalito: ¿Por qué tienen que ser hongos otra vez?

Lucy: Porque están riquísimos y eso es lo que quieren tus hijos. ¿De verdad vas a negarselos?

Lalo: Está bien, tú ganas vuelvo enseguida

Se levanta de la cama y baja a cocinarle a su esposa unos champiñones. Espera no estar preparándolos de forma incorrecta otra vez, como hizo la última vez, lo que provocó que Lucy se sintiera infeliz y sollozara en sus brazos durante diez minutos. No sabía que había una forma incorrecta de cortar los champiñones, especialmente porque lo había hecho exactamente de la misma manera que Lucy siempre lo hacía y lo había hecho justo dos días antes, pero aparentemente ahora sí la había. Las hormonas del embarazo le hacían cosas extrañas al cerebro.

Esta vez, cuando le entrega el cuenco lleno de setas, ella le sonríe y le da las gracias con una enorme sonrisa en el rostro. Pero luego su expresión vuelve a decaer un momento después.

Lalito: ¿Qué pasa?

Lucy: ¿Y qué pasa con la salsa de chocolate?

Lalo: ¿Qué salsa de chocolate?

Lucy: Quería champiñones con salsa de chocolate

Lalito: Nunca dijiste nada sobre la salsa de chocolate

Lucy: Sí, lo hice

Un amor inesperado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora