Cap.31

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Definitivamente las cosas empezaron a cambiar. Para los Belmont las horas comenzaron a avanzar. Luego fueron los días, las semanas y como si de un abrir y cerrar de ojos se tratase, ya habían pasado diez años. Sí, el tiempo volaba como no tenían una idea.

En aquellos primeros años, su hogar, el imponente Palacio, resonaba con las risas de aquellos jóvenes príncipes, risas infantiles que le daban una pequeña esperanza a la familia. Pero ahora estábamos ante jóvenes altezas. Uno con solo unos años de convertirse en adulto, un adolescente rebelde, pero adorable, y un joven y pequeño príncipe el cual estaba por entrar en la adolescencia.

Sí, habían crecido bastante, pero sus padres también habían envejecido, habían crecido como personas y diría que también habían madurado en su relación, pero no siempre la vida será completamente perfecta. Como muchos dicen, no siempre se puede tener todo.Los años no pasan en vano, ni siquiera para los reyes.

A medida que Wille, Henry y August crecían, también lo hacían las responsabilidades y las presiones sobre Harry y Louis. Lo que una vez fue una relación fortificada por la pasión y el idealismo comenzó a mostrar las inevitables grietas del tiempo y la rutina. Los pequeños desacuerdos, como la elección del tutor adecuado para los príncipes o las decisiones sobre el protocolo en los banquetes, se convirtieron en un reflejo de problemas más profundos y no resueltos.

Harry, siempre pragmático y meticuloso, dedicaba gran parte de su tiempo a las tareas de gobernanza, revisando tratados y negociando con diplomáticos extranjeros. Su enfoque era firme, y su visión para Belmont, clara y precisa. Louis, en cambio, era el corazón de la familia, el alma que mantenía vivos los vínculos emocionales. Su naturaleza empática y su habilidad para conectar con el pueblo lo convertían en una figura adorada por los ciudadanos, pero también lo exponían a una sensibilidad que Harry a veces no lograba comprender.

Con el paso del tiempo, las diferencias en sus enfoques se hicieron más evidentes. Harry, preocupado por la seguridad del reino y la estabilidad política, se frustraba ante lo que consideraba decisiones impulsivas de Louis, movidas por el corazón y no por la razón. Louis, por su parte, se sentía incomprendido y sofocado por la rigidez de Harry, anhelando una conexión emocional que se iba desvaneciendo entre las paredes de su hogar.

Los problemas más mínimos, como la elección de un nuevo cocinero para el palacio, se convirtieron en discusiones tensas, donde cada palabra parecía una daga. A veces, en las sombras de la noche, sus voces se alzaban en cosas que ninguno de los dos deseaba que sus hijos escucharan. Las luces del cuarto apenas podían distinguirse por fuera de aquel castillo, debido a las cortinas, creando sombras que se estiraban y encogían con el movimiento. Los sonidos del televisor en la sala apenas llegaban a sus oídos, pero no eran más que ruido de fondo. En la cama, desordenada y con las sábanas hechas un desastre, Louis se sentaba con los codos en las rodillas y la cabeza agachada. Su respiración era irregular, y sus ojos enrojecidos de tanto frotárselos. Frente a él, con una expresión de seriedad, Harry caminaba de un lado a otro de la habitación, recogiendo prendas y arrojándolas a una maleta abierta sobre el suelo.

La atmósfera era densa, cargada de silencios llenos de significado y de palabras no dichas. En esos momentos, parecía que el palacio mismo retenía el aliento, como si temiera el desenlace de las tensiones acumuladas. Harry y Louis, atrapados en un ciclo de reproches y resignaciones, luchaban por recordar el amor que una vez los unió. Cada intento de acercamiento parecía encontrar un nuevo obstáculo, una nueva barrera que levantaban sin darse cuenta.

Finalmente, Louis rompió el silencio.—¿Es que no te das cuenta, Harry?—, dijo con voz quebrada.—No necesitamos otro tutor, nuestros hijos necesitan a su padre.—

Harry se detuvo, mirando fijamente a Louis.—¿Y tú crees que no lo sé? Estoy haciendo todo esto por ellos, por nosotros. No puedo simplemente... soltar todo.—

The song of the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora