NUEVE: Deseo

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                                                                                           ~Alaska~

Con el plan ya en marcha, me dirigí hacia el apartamento con una mezcla de emociones. La traición estaba escrita en cada paso que daba, y aunque Leon me había asegurado que todo saldría bien, no podía evitar sentir una punzada de duda en el estómago.

Abrí la puerta del apartamento con la llave que Cain me había dado. El lugar estaba tranquilo, casi en silencio. Cain estaba sentado frente a su computadora, inmerso en alguna tarea. Levantó la vista al escucharme entrar y sus ojos se abrieron de par en par, llenos de sorpresa.

—¡Alaska! —exclamó, poniéndose de pie de inmediato—. ¿Cómo... cómo te escapaste? Pensé que Leon te había...

—Fue difícil, pero logré salir de ahí —mentí, tratando de mantener la compostura. Sabía que no podía contarle la verdad—. Me las arreglé para despistarlos y volver aquí.

Él se acercó rápidamente y me abrazó, su alivio palpable. Sentí una punzada de culpa al corresponder a su abrazo, sabiendo lo que estaba por hacer.

—No sabes lo preocupado que estaba —dijo, apartándose un poco para mirarme a los ojos—. ¿Estás bien?

—Sí, solo un poco cansada —respondí, esbozando una sonrisa débil.

Él asintió y volvió a concentrarse en la pantalla de su computadora, probablemente pensando en cómo vengarse de Leon. Aproveché la oportunidad para dirigirme al baño, donde podía pensar con claridad. Cerré la puerta detrás de mí y me miré en el espejo. Mi reflejo mostraba a una mujer decidida, pero mis ojos delataban la tormenta interna que sentía.

Respiré hondo y saqué el teléfono de mi bolsillo. Necesitaba coordinar los detalles con Leon sin levantar sospechas. Escribí un mensaje rápido y cifrado, confirmando que el plan estaba en marcha. Luego, guardé el teléfono y me concentré en lo que debía hacer a continuación.

Lugo de un rato, ambos nos lanzamos a la cama, y hubo un momento de calma. Aprovechando la paz que había en ese momento, decidí intentar dormir un rato ya que me fijé que Cain había cerrado sus ojos igualmente.

Después de un par de horas de descanso, desperté sobresaltada. Miré a mi alrededor y noté que Cain estaba sentado frente a su computadora, revisando algo con expresión concentrada. Me levanté lentamente, tratando de no hacer ruido, y me acerqué a él.

—¿Cómo te sientes? —preguntó sin girarse, como si hubiera sentido mi presencia.

—Estoy bien, solo un poco aturdida —respondí, sentándome a su lado.

Él me miró y esbozó una pequeña sonrisa de alivio. Era evidente que estaba genuinamente contento de verme de vuelta, y eso hizo que una punzada de culpa atravesara mi corazón.

—Me alegra que estés bien. Temí lo peor cuando desapareciste —dijo, volviendo su atención a la pantalla.

Lo observé mientras trabajaba, intentando despejar mi mente del conflicto interno que sentía. Tenía la oportunidad perfecta de traicionarlo, pero algo en su actitud me hacía dudar.

—Cain... —comencé, sin saber exactamente cómo seguir—. Gracias por preocuparte por mí. No lo esperaba.

Él me miró de nuevo, esta vez con una expresión de sorpresa.

—Es lo menos que puedo hacer. Después de todo, estamos en esto juntos, ¿no?

Su sinceridad me desarmó. Recordé las palabras de Leon, su promesa de libertad y seguridad si lo ayudaba a obtener lo que buscaba. Pero ahora, con Cain tan cerca, empezaba a cuestionar si realmente podía llevar a cabo la traición.

La Chica De Los LazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora