DIEZ: Al Filo De La Lealtad

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                                                                                             ~Cain~

La luz del sol filtrándose por las cortinas anunciaba una nueva mañana. Desperté junto a Alaska, sintiendo su presencia cálida y reconfortante a mi lado. La noche anterior había sido intensa, llena de pasión y revelaciones. Miré hacia ella, dormida y tranquila, con el cabello esparcido sobre la almohada.

Decidí levantarme con cuidado para no despertarla y fui a la cocina. Me sentía aliviado de verla sana y a salvo, aunque mi mente aún estaba turbia por todo lo ocurrido recientemente. Preparé café y algo ligero para desayunar, tratando de ordenar mis pensamientos mientras el aroma del café llenaba el apartamento.

Al rato, regresé al dormitorio con una bandeja. Alaska comenzaba a despertar, frotándose los ojos con sueño. 

- Buenos días. - dije con una sonrisa mientras dejaba la bandeja sobre la mesita junto a la cama. - Te traje algo para desayunar. 

Ella se sentó lentamente, todavía un poco adormilada. 

- Gracias, Cain. - respondió con una sonrisa tímida. -No esperaba esto.

- Quería asegurarme de que te sintieras cómoda. -  le dije sinceramente, sentándome a su lado en la cama. - Anoche fue... intenso. Pero estoy contento de que estés aquí. 

Alaska asintió, tomando una taza de café. 

- Yo también estoy contenta de estar aquí. -  admitió. - Aunque las cosas se han complicado bastante.

Tomé un sorbo de mi café, pensativo. 

- Sí, lo sé. Pero estamos juntos en esto ahora. ¿Cómo te sientes?

Ella suspiró, mirando por la ventana. 

- Confundida, asustada... pero también algo aliviada de que estés aquí.

- No te preocupes. -  dije suavemente, colocando mi mano sobre la suya. - Vamos a encontrar una salida juntos. Estoy aquí para protegerte, Alaska.

Ella me miró a los ojos, encontrando consuelo en mis palabras. - Gracias, Cain. - murmuró. - Por todo.

Nos quedamos allí un momento, compartiendo el desayuno en silencio pero con una sensación de complicidad creciente entre nosotros. Aunque los peligros seguían acechando, por primera vez en mucho tiempo, sentí una conexión real con alguien más allá de las sombras del mundo en el que vivíamos.

Me puse de pie, agarré mi caja de cigarrillos y me dirigí hacia la puerta.

- Alaska, voy a fumar afuera, ¿vienes? -  pregunté.

- No, gracias. - Su tono me hizo dudar un poco, pero salí del apartamento sin hacer más preguntas. Me tragué mi "píldora mágica" y encendí mi cigarrillo. Mientras fumaba, decidí dar una vuelta alrededor del apartamento, mis pensamientos aún enredados en la noche anterior. Al pasar por delante de la ventana de la sala, escuché la voz de Alaska. Noté que estaba en una llamada, así que me escondí para escuchar.

{Si, Leon, ya lo tengo bajo control. No sospecha nada... claro, claro... de acuerdo... te avisaré... adiós.}  dijo Alaska.

- Maldita sea. - susurré, sintiendo un puñal en el corazón.

Me quedé inmóvil, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Mi mente daba vueltas, intentando comprender por qué Alaska me traicionaría de esa manera. Todo lo que habíamos compartido, todas las promesas y la pasión de la noche anterior... ¿Había sido todo una mentira?

Apagué el cigarrillo con furia y me dirigí de nuevo al apartamento, mis pasos rápidos y decididos. Tenía que enfrentarla, saber la verdad de sus labios. Entré sin hacer ruido, viéndola aún en la cocina, distraída mientras revisaba algo en su teléfono.

La Chica De Los LazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora