QUINCE: Cara A Cara

4 3 0
                                    

                                                                                         ~Alaska~

Leon estaba en el centro de la oficina, su expresión arrogante mientras revisaba unos documentos. Sus hombres estaban distribuidos por la habitación, algunos de ellos armados y vigilantes. Sentí una ola de odio y determinación al verlo. Había llegado el momento de ajustar cuentas.

- Leon. -  dije con voz firme, emergiendo de las sombras con la pistola apuntada directamente hacia él.

Los hombres de Leon se giraron hacia mí, sus armas levantándose en respuesta. Pero Leon levantó una mano, ordenándoles que se detuvieran. Me miró con una mezcla de sorpresa y desprecio.

- Preciosa. -  dijo, su voz goteando con veneno. - Vaya, vaya. Pensé que estarías demasiado ocupada con Cain para venir a verme.

- Esto termina hoy, Leon. -  respondí, sin bajar la pistola. - No más amenazas, no más manipulación. Vamos a acabar con esto de una vez por todas.

Leon soltó una carcajada, un sonido que resonó en la habitación. 

- ¿De verdad crees que puedes detenerme, preciosa? Siempre has sido una marioneta, y ahora piensas que puedes cortar los hilos.

- No soy tu marioneta. - respondí, mi voz firme. - Y no necesito que Cain me salve. Puedo hacerlo sola.

Antes de que Leon pudiera responder, disparé un tiro que pasó rozando su brazo, impactando en la pared detrás de él. Los hombres de Leon se lanzaron hacia mí, pero me moví rápidamente, disparando y esquivando sus ataques. Logré herir a algunos, pero más hombres se acercaban.

Leon aprovechó la confusión para huir hacia una puerta trasera. Sin perder tiempo, lo seguí, esquivando los disparos y sorteando los obstáculos. Sentí una quemadura en mi brazo cuando una bala rozó mi piel, pero la ignoré, concentrándome en mi objetivo.

Finalmente, alcancé a Leon en un pasillo estrecho. Se giró hacia mí, su rostro contorsionado por la furia.

- ¿Crees que puedes ganarme, Alaska? -  escupió. - Nunca serás más que una peón en este juego.

- Tal vez. -  dije, acercándome con la pistola aún levantada. - Pero hoy, este peón va a derribar al rey.

Leon lanzó un grito de rabia y se abalanzó hacia mí. Disparé, la bala impactando en su pierna y haciéndolo caer al suelo. Me acerqué lentamente, mi corazón latiendo con fuerza.

- Esto es por todo el dolor que has causado. - dije, apuntando la pistola a su cabeza.

Pero antes de que pudiera apretar el gatillo, uno de los hombres de Leon apareció detrás de mí, golpeándome en la cabeza con la culata de su arma. Caí al suelo, mi visión oscureciéndose mientras luchaba por mantener la conciencia.

- Maldita perra. -  murmuró Leon, su voz distante mientras perdía el conocimiento.

La oscuridad me envolvió por un momento, pero la determinación de no dejar que Leon ganara fue más fuerte. Desperté con un dolor agudo en la cabeza, mis manos atadas detrás de mí. Estaba en una pequeña habitación, fría y sin ventanas, iluminada solo por una bombilla parpadeante en el techo.

Intenté moverme, pero las cuerdas eran demasiado fuertes. Escuché voces afuera de la habitación, reconociendo la inconfundible voz de Leon.

- ¿Crees que ella realmente sabe que es el tesoro? - preguntó una voz masculina desconocida.

- Lo sabe. -  respondió Leon con confianza. - Solo necesitamos hacerla hablar.

La puerta se abrió de golpe y Leon entró, seguido de dos de sus hombres. Me miró con una sonrisa cruel.

La Chica De Los LazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora