VEINTITRES: ¿Se Acabó?

6 3 0
                                    

                                                                                        ~Alaska~

Me desperté en medio de la noche, sintiendo el calor del cuerpo de Caín a mi lado. La oscuridad de la habitación era densa, pero la sensación de seguridad que él me brindaba era reconfortante. Me giré ligeramente, observando su rostro relajado mientras dormía. El dolor y la fatiga aún estaban presentes en mi cuerpo, pero había algo más que no me dejaba tranquila.

Intenté moverme sin despertarlo, pero el crujido del colchón hizo que sus ojos se abrieran lentamente.

—Alaska —dijo en voz baja, su tono cargado de preocupación—. ¿Estás bien?

—Sí, solo necesito un momento para pensar —respondí, tratando de sonar convincente. Me incorporé con dificultad, mi cuerpo protestando cada movimiento.

—No deberías levantarte —dijo, sentándose y tomando mi mano—. Aún estás débil.

—Caín, necesito entender por qué Leon me quiere tanto —dije, apartando mi mano suavemente y levantándome de la cama—. No puedo seguir huyendo sin saber la verdad.

Él suspiró, claramente preocupado, pero asintió. —De acuerdo, pero no te alejes mucho.

Salí al pequeño balcón del hotel, la fría brisa nocturna golpeando mi rostro. Miré al cielo, tratando de encontrar respuestas en las estrellas. La realidad de lo que había sucedido me golpeaba con fuerza, y la sensación de impotencia y vulnerabilidad era abrumadora.

Caín se acercó detrás de mí, envolviéndome en sus brazos. Sentí su calor y su fuerza, pero también su preocupación.

—No tienes que hacerlo sola, Alaska —dijo en voz baja, su aliento cálido contra mi cuello—. Estoy aquí contigo.

—Lo sé, Caín, pero necesito saber por qué. Necesito entender qué es lo que Leon quiere de mí. No puedo seguir siendo una víctima —respondí, girándome para mirarlo a los ojos—. Ya no soy solo una ladrona. No soy una chica que necesita protección. Soy más que eso, y necesito demostrarlo.

—Lo entiendo —dijo, acariciando mi mejilla—. Pero tienes que tener cuidado. No podemos permitirnos más errores.

Asentí, sintiendo la determinación arder dentro de mí. Sabía que tenía que enfrentar esta situación con valentía. Volvimos a la habitación, y me vestí con ropa más adecuada para lo que tenía en mente. Caín me observaba en silencio, su expresión llena de preocupación y admiración.

—Voy a buscar pistas —dije, ajustando mi ropa—. Necesito respuestas.

—Voy contigo —dijo, pero lo detuve con un gesto de mi mano.

—No, Caín. Esta vez, necesito hacerlo sola. Necesito demostrarme a mí misma que puedo enfrentar esto.

Hubo un momento de tensión, y luego asintió con renuencia. —Ten cuidado. Si necesitas ayuda, estaré aquí.

Salí del hotel con el corazón acelerado, sintiendo una mezcla de miedo y determinación. Sabía que el camino por delante sería peligroso, pero no podía permitir que el miedo me controlara.

Recorrí las calles oscuras, buscando algún indicio que me llevara a entender los motivos de Leon. Mientras caminaba, mi mente se llenó de recuerdos y pensamientos. ¿Por qué yo? ¿Qué era lo que me hacía tan valiosa para él?

De repente, un ruido detrás de mí me hizo girar bruscamente. Un hombre, con una expresión sombría, se acercaba. Reconocí el emblema en su chaqueta: uno de los hombres de Leon.

—Alaska —dijo con una sonrisa burlona—. No deberías andar sola por aquí.

—¿Qué quieres? —pregunté, tratando de mantener la calma mientras mi corazón latía frenéticamente.

La Chica De Los LazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora