CUATRO: Herencia

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                                                                                            ~Alaska~

Cuatro días. ¿Cómo iba a encontrar el reloj en cuatro días? Mi cuerpo estaba lleno de emociones y ninguna era bonita. Ni siquiera por el beso. Sé que un beso de León no significa algo lindo. Es un maldito drogadicto, alcohólico y adicto al sexo. Desde que me llamó 'preciosa' por primera vez, supe que esto pasaría en cualquier momento. Aunque eso no quita que me mate; he visto cómo asesina a mujeres con las que ha tenido sexo esa misma noche como si fueran simples insectos. León es joven y apuesto, siempre viste bien, y su trabajo de secretario en un banco público disfrazaba a la perfección su verdadera identidad. Su negocio es heredado de su padre, el antiguo jefe. ¿Por qué no han arrestado a León? Pues es obvio: cuando se trata de negocios, suele llevar una máscara que cubra su rostro para evitar que sus clientes o enemigos lo reconozcan. Si León te muestra su cara, significa dos cosas: o te mata, o la confianza que ha depositado en ti es demasiada y, si fallas, también te matará.

Regresé a la universidad cuando ya era tarde; a esa hora, por lo general, todos estaban en sus dormitorios, en el bar o en el parque. Subí al dormitorio y al abrir la puerta cayó un papel de la cerradura. Tenía una nota que decía: '¿Problemas con el reloj?' Mi corazón comenzó a latir rápidamente. Entré al dormitorio, cerré las cortinas de las ventanas y me senté en la cama. Era evidente que León no había dejado esa nota ahí, lo que significaba que alguien más sabía de esto.

Me paré frente al espejo y me quité el lazo color violeta que llevaba puesto. Justo cuando me disponía a desmaquillarme, sonó mi teléfono. Una llamada de un número desconocido.

—Hola? —contesté.

[Alaska...] respondió la voz al otro lado.

—¿Quién eres? ¿Te conozco? ¿Cómo sabes mi nombre?

[Biblioteca, hoy, 11pm, te espero.] dijo la voz masculina y colgó.

Más dudas comenzaron a correr por mi cabeza, pero para encontrar las respuestas, hay que buscarlas.

Eran las 7:30 en ese preciso momento. Me di una ducha de agua fría y me preparé para llegar antes y ver entrar a la persona que quería verme.

Me puse un traje corto color rosa, unas zapatillas doradas y un lazo dorado a juego. Guardé mi celular, un cuchillo y un botón de emergencia en mi cartera rosa. León me había dado ese botón cuando nos conocimos, y al presionarlo, le avisaría que estaba en problemas.

Salí del dormitorio y aseguré bien la puerta; mi vida no estaba segura en ese momento y debía permanecer a salvo. Caminé tranquilamente por los pasillos de la universidad, cruzándome con varios estudiantes que se dirigían a sus dormitorios. Antes de abrir la puerta de la biblioteca, respiré hondo y me preparé para enfrentar a quien fuera. Abrí la puerta y el lugar estaba completamente vacío, solo distinguí la silueta de un hombre al final del pasillo derecho. Cerrando la puerta detrás de mí, me dirigí hacia él. Mis piernas temblaban, pero debía disimular y mostrarme fuerte. Cuando la escasa luz me permitió reconocer al hombre, mi corazón se detuvo por un momento.

—¿Caín? —dije, sorprendida al verlo.

—¡Alaska! —respondió con la misma sorpresa que yo.— ¿Qué haces aquí a esta hora?

—¿Y tú qué haces aquí a esta hora?

—Yo pregunté primero, señorita.

—Vete al diablo. Estoy esperando a alguien, ¿y tú?

—Lo mismo. —Empecé a pensar que ambos esperábamos a la misma persona. Iba a preguntar, pero él continuó hablando.

—Cuando regresé a mi habitación después de fumarme un cigarrillo, bueno, varios cigarrillos, había una nota en mi puerta que decía 'sé quién robó tu reloj'.

La Chica De Los LazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora