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Vendida —11 años

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Vendida —11 años

La primavera comenzaba a asomarse, las flores aparecían para alegrar la época más triste del año, la de mi cumpleaños. Mis cumpleaños son el constante recordatorio del día que mi madre falleció, cada año, este día me recuerda lo sola que estoy. Nunca fui una persona con muchos amigos, en realidad, siempre me costó, mi familia vive lejos, y solo puedo estar acompañada de mi padre e Hilda en ese día.

Pero este año, cuando mi cumpleaños número once llegó, trajo consigo una sorpresa, la visita de mis tíos junto a mi prima. Vinieron ese fin de semana. Hilda horneó un pastel, papá decoró la casa y yo lo ayude. 

Ese día se juntaron todos en mi casa de sorpresa, junto a mi único amigo en estos momentos, Manuel Aguirre. 

Lo conocí este año, cuando comenzamos juntos la secundaria, dejando atrás la primaria, y a todos los viejos amigos que teníamos. Los dos estábamos solos, y nos llevamos bien de inmediato. A ambos nos dejan de lado nuestros compañeros, a él por ser pobre, y por la ropa que usa. A mí por ser más pequeña que los demás, ya que fui adelantada un año por mi inteligencia. 

Con Manuel tenemos muchas cosas en común, el amor por la naturaleza, y a la vez ese deseo por poder vivir en la ciudad, la diferencia, es que yo ya había conocido esa vida, en cambio Manuel, nunca antes había podido viajar. 

Él es el hijo del medio entre siete hermanos. Tiene tres hermanos mayores y tres hermanas menores, siempre se queja de que su casa es un caos, y por eso prefiere estar en la mía, además, no tiene una buena relación con su familia. Su madre no le presta atención, y aunque es en realidad muy buena, tener siete hijos no debe ser sencillo. Su padre, en cambio, trabaja todo el día, y cuando llega a la noche cansado no habla con ninguno de sus hijos. Al ser el del medio, Manuel es invisible en su propio hogar.

Él se convirtió en mi mejor amigo, casi como un hermano. Siempre estaba allí para mí, yo trataba de hacer lo mismo por él,  su compañía hacía que incluso los días más tristes se vuelvan felices. Exploramos juntos cada rincón de San Esperanza, me enseñó lugares que yo nunca antes había visto, y en cada uno de ellos compartimos nuestros sueños y secretos, imaginando un futuro donde nuestras aventuras nos llevarían más allá del pueblo que conocíamos tan bien.

En fin, retomando al día de mi cumpleaños, puedo decir que fue especial. La casa estaba llena de risas y alegría, cuando usualmente para esta fecha, siempre se siente fría y vacía. Mis tíos y mi prima trajeron regalos, y Manuel me dio una pulsera que él mismo había hecho. Aunque simple, era un símbolo de nuestra amistad y me emocionó mucho. Hilda me preparó un pastel, y haber estado rodeada de todas la gente que quiero me hizo sentir más que bien.

Tal vez, no tenía a mi madre a mi lado, pero estaba rodeada de las personas que amo, y eso es más que suficiente para mí.

El único trago amargo que tuve esa tarde, fue cuando Pilar nos apartó a Manuel y a mí de los adultos, para darme algo, ella me había traído algo más además de los regalos que su familia había comprado. Era un envió, de parte de los Bustamante, a quien ve mucho más seguido que yo.

Secretos de verano- PablizzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora