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El compromiso— 17 años 

—Los manteles en color salmón se verían hermosos, pero no combinan en lo absoluto con la temática sobria del evento— decía una elegante mujer —La mejor elección serían los negros, con servilletas blancas sobre ellos ¿qué opina, señorita Bustamante?—

Todos los ojos se centraron en mí, recién ahí, pude regresar a la realidad.

—Andrade— la corregí —Mi apellido es Andrade—

La organizadora del evento, junto a dos colegas de ella, una de las empleadas mas antiguas de la casa, y por supuesto Mora, la madre de mi prometido, se encontraban en la sala de estar, definiendo los últimos detalles para mañana. 

—Perdón, señorita Andrade, pero queremos saber cual tela le gusta más— sonrió con falsedad

Observé entre cinco opciones: amarillo, verde, rosa, celeste y negro. Claro que los celestes eran semi perfectos. Era mi color favorito. Al igual que el color del cielo, o el color del mar. Es el color de la naturaleza, lo cual siempre me recuerda a la casita en la que me crie. Claro que muchos dirán que el color de la naturaleza es el verde, pero se equivocan. En mi opinión, nada representa más la naturaleza que un perfecto cielo celeste.

—Los celestes —respondí finalmente, sabiendo que sería una lucha perdida

—Como decía —intervino Mora, con una sonrisa falsa— Los negros son más apropiados para la ocasión ¿No estás de acuerdo, Marizza?—

—Sí, señora Bustamante —dije, sin ganas de discutir— Los negros estarán bien—

Sentía cómo la tensión en la sala crecía con cada decisión que se tomaba. Todo era un recordatorio constante de la farsa en la que estaba atrapada. Cada detalle de la fiesta de compromiso se sentía como una burla a mi libertad.

—Bien, entonces manteles negros con servilletas blancas —dijo la organizadora, haciendo una nota en su libreta— Ahora, sobre las flores...—

Me desconecté nuevamente. La voz de la organizadora se desvanecía mientras mi mente vagaba. Pensaba en mi padre, en cómo estaría en esa clínica que Sergio había mencionado. No me habían dejado verlo, y la incertidumbre me estaba matando.

—¿Marizza? —La voz de Mora me sacó de mis pensamientos una vez más— ¿Las flores?—

—Lo que ustedes crean conveniente, señora —respondí automáticamente.

—Entonces, unas rosas en tonos carmesí creo que serían las indicadas— sonrió entusiasmada

Perfecto, mi fiesta de compromiso tendría la temática del castillo de Drácula. No pude evitar una sonrisa amarga ante la ironía.

—Creo que tendremos que ajustar más el vestido, se nota que ha perdido peso y no lucirá bien— dijo la empleada

Claro que perdí peso, si desde que se llevaron a mi padre, ya no como, ni tampoco duermo, lo único que hago es pasar mis noches llorando.

Secretos de verano- PablizzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora