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Actualidad —17 años

El invierno comenzaba a desvanecerse. Lo más difícil ya había pasado. 

O quizás, esta solo era la calma antes de la tormenta. 

Luego de la carta de la familia Bustamante, Pablo dejó de llamar tan seguido a mi padre, sin darle explicación alguna. Papá no sabía nada respecto a mi negociación con esa familia, no quería causarle más problemas de los que ya tenía. 

El llamado de cada día, paso a ser una vez por semana, y mucho más corto. Papá notaba que algo extraño sucedía, pero yo no me atreví a decirle la verdad, y al parecer, Pablo tampoco.

Aún así, tuve novedades de ellos, porque cada semana llegaba a mi casa un bolsón con una enorme cantidad de comida, y medicamentos para los dolores de mi padre. Sabía que ese era un adelanto de mi paga, por el sacrificio que tendría que hacer.

Preparé todo para mi viaje: la ropa necesaria, todas mis pertenencias importantes. Llamé a Pilar, para pedirle que me consiguiera un auto para poder viajar del pueblo a la ciudad, y con disimulo comencé a preparar las cosas de mi padre. Cada cosa que empaquetaba, por más pequeña que sea me recordaba la gravedad de lo que estaba a punto de hacer, y el nudo en mi garganta se hacía más apretado con cada paso que daba.

Era como si tuviera una vocecita en mi cabeza que todo el tiempo me decía que me estaba equivocando, que todo terminaría mal.

Me despedí sin decirlo, tanto de mis amigos como de Hilda. Sabía que nuestra partida le rompería el corazón. La veía todos los días en su jardín, regando las plantas que ella tanto amaba. No podía enfrentar su mirada y decirle adiós, así que simplemente dejé una nota en su mesa de cocina, con un breve mensaje: "Gracias por todo, Hilda, se que nos volveremos a ver, te lo prometo." 

Hace unos cuantos años, ella me dijo que era ridícula la idea de casarse sin amor. No me atreví a decirle que esa era la razón por la que me iba, porque debía casarme con un hombre que odio.

En cuanto a Luján, Marcos y Manuel les dejé una carta a cada uno. Les dije que me iría y que no sabía por cuanto tiempo sería, pero que siempre estarían conmigo. Y como no me aguante, en las cartas de Luji y Marcos les escribí que por favor dejen de ser unos cobardes y que se pongan de novios, porque todos se dieron cuenta menos ellos de lo que sucede. 

Necesitaba descargarme, además, no los vería al día siguiente para que se enojen conmigo.

Dejé solucionadas las cosas en mi colegio, informando que no podría terminar mi último año. Me cedieron el pase a otro colegio, pero de nada servía, sabía que los Bustamante no me dejarían retomar mis estudios allá. Ahora mi única obligación es planear una boda. Una boda que parecía más una sentencia de muerte, en realidad, además de ser completamente ridículo e innecesario.

Secretos de verano- PablizzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora