19

654 28 2
                                    

[ Cámaras ]

La luz suave de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación con un brillo cálido. Emilia despertó lentamente, sintiendo la paz de la mañana rodeándola. Abrió los ojos y se volvió hacia Max, quien aún dormía a su lado.

Max estaba tendido de lado, su respiración era tranquila y regular. Sus brazos estaban extendidos hacia ella, como si aún estuviera abrazándola en sueños. Emilia observó cómo la luz matutina acariciaba su rostro, resaltando sus rasgos en una mezcla de suavidad y fuerza. Una sonrisa tierna se dibujó en sus labios-Con cuidado para no despertarlo, Emilia se inclinó y le dio un suave beso en la espalda. El contacto de sus labios contra la piel de Max fue delicado, un gesto lleno de cariño y aprecio. Sus manos encontraron un lugar en la pequeña curva de su espalda sintiendo el calor de su cuerpo .

El leve roce de sus labios pareció despertar a Max. Él se movió un poco, girando su cabeza para mirar hacia ella con los ojos entrecerrados. Al verla sonreír y besarlo, una sonrisa se dibujó en su rostro. Max estiró la mano y la tomó suavemente, atrayéndola hacia él en un abrazo más profundo.

—Buenos días—murmuró Max, con voz ronca pero llena de ternura. Sus ojos se abrieron lentamente, reflejando la suavidad del despertar y la alegría de tenerla a su lado.

Emilia se acurrucó más cerca de él, sintiendo el latido de su corazón junto al suyo. La calidez de su cuerpo, el abrazo protector, todo parecía encajar perfectamente. Cerró los ojos por un momento antes de responder.

—Buenos días, Maxie —hablo apoyando su cabeza en el pecho de él—. ¿Dormiste bien?

Max asintió, sonriendo mientras acariciaba su cabello—. Mucho mejor ahora que estás aquí. No puedo pedir nada más.

Emilia rió suavemente. Cada pequeño gesto, cada mirada, era un recordatorio de lo especial que era ese momento juntos. Se quedó en sus brazos un poco más, disfrutando de la calma de la mañana antes de que el día comenzara. Sabía que, sin importar lo que viniera, tenía algo increíble a su lado, algo por lo que valía la pena levantarse desde hoy.

Max la miró con una sonrisa mientras acariciaba su cabello—. ¿Te importa si me ducho aquí? Luego podríamos ir a desayunar. Necesito estar en el circuito a las 9 para entrenar un poco.

Emilia asintió, aún acurrucada en sus brazos—. Eso ni deberias preguntarlo.

Max se levantó lentamente, estirándose antes de dirigirse al baño. Emilia lo observó, disfrutando de la vista y sintiendo una ola de cariño mientras lo veía caminar. Cuando la puerta del baño se cerró, ella se quedó unos momentos más en la cama antes de arreglarse.

Max traía una mochila con ropa de cambio lo cual fue de mucha ayuda, se duchó rápidamente, luego se vistió con la ropa casual mientras Emilia reflexionaba sobre los acontecimientos recientes. Se sentía increíblemente bien con Max; su presencia la llenaba de tranquilidad y alegría, algo que necesitaba desesperadamente. Sin embargo, no podía dejar de lado el dolor persistente causado por las palabras de Carlos. Esa herida aún estaba fresca, y aunque Max la ayudaba a sanar, sabía que el proceso sería lento.

Cuando Max salió del baño, vestido con ropa limpia y con una sonrisa relajada, Emilia lo observó con una mezcla de admiración y cariño. El contraste entre su felicidad con Max y el dolor por Carlos era evidente, pero en ese momento decidió centrarse en lo positivo.

—Listo —dijo Max, acercándose a Emilia quien se abrochaba los zapatos dándole un rápido beso en la frente—.Te ves guapísima... Vamos a desayunar.

𝘐𝘕𝘚𝘛𝘈𝘎𝘙𝘈𝘔 (+18 ) //𝘊𝘢𝘳𝘭𝘰𝘴 𝘚𝘢𝘪𝘯𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora