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[ Llamadas]

Varias semanas habían pasado desde aquella incómoda conversación con Lando, y el ambiente seguía siendo tenso. Lando había comenzado su rehabilitación intensiva, enfrentándose con determinación a las horas de fisioterapia. Aunque mantenía un semblante serio y distante la mayor parte del tiempo, Emilia sabía que estaba dando lo mejor de sí mismo para volver a ser el piloto que siempre había sido.

Mientras tanto, Carlos había regresado a su rutina de carreras, pero las cosas no eran iguales. Emilia no había viajado a ninguna de las carreras recientes; había decidido quedarse cerca de Lando, apoyándolo en lo que pudiera. Esa distancia física entre ella y Carlos había sido difícil para ambos. A pesar de todo, hablaban a diario. Esos momentos, aunque breves, eran su refugio, su escape de la realidad que parecía tan complicada.

Ese jueves, Emilia caminaba por los pasillos del hospital, su mente dividida entre el presente y el próximo fin de semana. Había carrera en Austin, y aunque quería estar allí, había decidido una vez más quedarse en Londres. Lando estaba avanzando en su recuperación, pero el camino seguía siendo largo, y Pato O'Ward continuaba sustituyéndolo como piloto en el equipo. Emilia notaba que el joven mexicano lo estaba haciendo bien en la pista, pero también podía sentir el peso que eso tenía en Lando. Su espíritu competitivo lo impulsaba, pero también lo frustraba ver a otro ocupando su lugar.

Más tarde esa tarde, Emilia se sentó en el balcón del departamento de lando con el teléfono en la mano. Carlos había prometido llamarla antes de sus prácticas, y justo cuando su mente comenzaba a divagar, el teléfono vibró.

—Hola, Corazón —dijo Carlos al otro lado de la línea, su voz cálida y reconfortante.

Emilia sonrió, aunque sabía que él no podía verla. —Hola guapo, ¿listo para tus prácticas?

—Siempre listo —bromeó él, aunque Emilia podía notar un matiz de cansancio en su voz—. Pero no es lo mismo sin verte por aquí. Me haces falta.

—Tú también me haces falta, Cariño —admitió ella, dejando caer la cabeza contra el respaldo del la silla—. Pero creo que Lando todavía no está listo para que me aleje. Aunque últimamente... ha estado más tranquilo, menos distante.

Carlos guardó silencio por un momento antes de responder. —Eso es bueno. Tal vez empieza a entender que nunca quisimos hacerle daño. Solo necesitamos darle tiempo.

Emilia suspiró, deseando que las cosas fueran más simples. —Espero que tengas razón. Por cierto, ¿cómo te sientes para este fin de semana? ¿Listo para luchar por ese podio?

Carlos se rió entre dientes, y el sonido envió una ola de calidez a través de Emilia. —Siempre. Pero esta vez, lo haré por los dos. Aunque no estés aquí, sé que estás conmigo.

El comentario la hizo sonrojar, y aunque no podía verlo, estaba segura de que Carlos estaba sonriendo al otro lado.

—Estaré viendo todo desde aquí. Asegúrate de dar lo mejor de ti,pero por sobre todo disfrutalo ¿de acuerdo? —le dijo con una sonrisa en su voz.

—Lo haré, por ti.

Ambos quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la conexión a pesar de la distancia. Finalmente, Carlos suspiró.

—Tengo que irme, Corazón. Me esperan. Pero prometo llamarte después de las prácticas.

—Estaré esperando. Suerte, cielo.

—Gracias, corazon. Hablamos pronto.

Cuando colgó, Emilia dejó el teléfono a un lado, sintiéndose agridulce. Quería estar allí con él, apoyarlo como siempre había hecho, pero sabía que debía ser paciente. Todo tenía su momento.

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𝘐𝘕𝘚𝘛𝘈𝘎𝘙𝘈𝘔 (+18 ) //𝘊𝘢𝘳𝘭𝘰𝘴 𝘚𝘢𝘪𝘯𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora