Al jefe de Sofía lo despidieron. Ser secretaria de un anciano machista nunca había sido de su agrado así que, al volver a la oficina, lo hizo con la expectativa de que se encontraría con una persona más capacitada y menos odiosa. Solo para encontrar...
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Hola! Llegamos a las 1k de lecturas así que estoy muy contenta y por eso... ¡Nuevo capítulo para ustedes!
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Él se recostó sobre mí, sosteniendo su propio peso en sus brazos. Miré hacia abajo, donde sus abdominales se contrajeron cuando pasé delicadamente mi mano por estos. Soltó un jadeo en mi oído al llegar hasta el elástico de su ropa interior y su cabello rozó mi mejilla. Luego, ascendí y noté los músculos de sus bíceps más duros que nunca.
—No sabes la cantidad de cosas que pienso hacerte. —Murmuró ronco. Cuando atacó mi cuello con besos húmedos, enredé mis piernas en su cadera.
—Podrías hacerme aceptar lo que quisieras si sigues haciendo eso con tu boca. —No reconocí mi voz. Jamás había estado tan excitada.
Rugió, ahora contra mi clavícula. Allí mordisqueó y me hizo gemir. Su boca descendió por mi abdomen dejando un camino de besos. Llegó a la tela de mis bragas rojas, sus manos se enterraron en la carne de mis muslos para dejarme estática y me miró por sobre sus cejas, advirtiendo lo que estaba por hacer. Corrió el encaje y luego...
Me desperté.
Sudada, exaltada, más caliente que nunca y enfadada por haberme salido del sueño en el mejor momento. Resoplé, un mechón de cabello de mi melena despeinada voló en el aire. Mi parte baja seguía latiendo y todo por haber soñado con... ¡Con mi jefe!
—Ugh, ¡Maldito! —Chillé, me tiré sobre la cama otra vez y tapé mi cara con la almohada, frustrada—. ¡Maldito y caliente Thomas!
Tomé un par de inspiraciones para calmarme. De todas formas, iba a necesitar una ducha de agua fría así que minutos más tarde, me levanté y dejé que el agua me quitara la frustración. Cuando salí, miré la hora temprana en el reloj y me ubiqué en tiempo y espacio.
Finalmente era sábado y después de una semana tortuosa y llena de altos y bajos, me puse unos leggins negros, zapatillas deportivas y una camiseta que dejaba a la vista mi estómago. A las ocho de la mañana fui a correr a un parque en la ciudad que tenía unos árboles y flores hermosos. Correr al aire libre era algo que me gustaba realizar, primero para sentirme bien conmigo misma por hacer algo de deporte en la semana y segundo porque ver el paisaje y respirar aire fresco alejaba mis preocupaciones... y las imágenes en mi cabeza de un Thomas sudado y despeinado.
Así que durante una hora solo pensé en la fatiga de mis pulmones, el dolor de mis piernas y mi cabello moviéndose al ritmo de mis pasos. Cuando terminé, me detuve en uno de los bancos de madera y elongé mis músculos. Estaba sintiéndome totalmente relajada hasta que alcé la vista y localicé a un muchacho corriendo en mi dirección, aunque ajeno a mi presencia. No cualquiera, sino que resultaba ser mi jefe. Justamente la persona de la que quería olvidarme. La persona con la cual durante la noche había tenido un sueño que involucraba una cama.