Capítulo diez

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Finalmente llegó el fin de semana

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Finalmente llegó el fin de semana. Y, mientras veía a mi hermana pintarse las uñas de los pies de color bordó, comí una galleta de chips que mi madre había horneado.

–No sabes lo shockeada que quedé cuando vi tu cara en el periódico. Steph, mi amiga de la universidad me llamó y me dijo "¿Oye qué hace tu hermana en las calles de Nueva York con el empresario del año?" No entendí a qué se refería hasta que me mandó una foto. ¡No podía creerlo! –Farfulló. De todo lo que dijo, algo me hizo fruncir el ceño.

–¿Cómo me conoce tu amiga de la universidad?

–Ah, es que una vez te stalkeamos en instagram. –Dijo casualmente.

Se me escapó un jadeo ahogado.

–¿Por qué razón lo hicieron? ¿Qué querían ver de mi?

–Es que estaba hablándole de que siempre tienes a los hombres ante tus pies cuando te lo propones y ella me dijo que no podías ser tan linda. Así que le mostré tus fotos. –Levantó el pincel de uñas y me señaló con este como si fuera una varita mágica–. Terminó concordando conmigo. Ahora, dime, ¿Qué sentiste cuando viste tu foto en los periódicos?

–No me lo esperaba para nada la verdad. Recuerdo que Thomas me advirtió que si no me tapaba, esto podía llegar a suceder pero, Ser, estaba tan fascinada por la locura que se desencadenaba fuera del vehículo que ni siquiera pensé en eso. No te imaginas la cantidad de reporteros y personas que nos seguían como si fuéramos celebridades... bueno, en realidad lo seguían a él.

Recordé el disparo de los flashes y la entrada del Hotel Plaza repleta de conductores de televisión que estaban haciendo un reportaje en directo.

–¡Qué cool! Debiste sentirte como Anastasia Steel.

Reí y asentí.

–Si, solo que sin la parte del sexo desenfrenado.

Mis sonrisa desvaneció cuando lo dije y me quedé pensando en mi extraño sueño. O recuerdo. O fantasía. Si era la última, necesitaba un psicólogo por inventar escenarios en mi cabeza que se sintieran tan reales.

–Si hubiera sido tú no habría desaprovechado ninguna oportunidad, ¡Tu jefe está fuerte!

–Pero es eso. Mi jefe.

–Mamá se puso como loca cuando vio tu foto, ¿Sabes? La compartió en el grupo de la familia.

Abrí los ojos y me alerté.

–Dime que no es cierto.

–Lo es.

–La voy a matar.

El grupo de la familia estaba conformado por mis tías y algunos de mis primos. Hacía rato no los veía y ¡No podía dejar que chismosearan sobre mi relación con Thomas White! No había mucho que contarles y lo que sí había, era penoso. "Tías, primos, ese hombre me detesta y me mira con desprecio cada vez que puede" Eso era lo único que podía detallarles.

El diablo viste de trajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora