Al jefe de Sofía lo despidieron. Ser secretaria de un anciano machista nunca había sido de su agrado así que, al volver a la oficina, lo hizo con la expectativa de que se encontraría con una persona más capacitada y menos odiosa. Solo para encontrar...
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Los pisos de investigación y desarrollo tenían una luz más fría y ambientes que tenían computadoras más tecnológicas que las de los administrativos. Aquí era donde las mentes brillantes plasmaban sus ideas y luego, si se comprobaba que eran viables, las volvían realidad.
Cruzamos por el gran salón. En las mesas de los costados, grupos de trabajo estaban concentrados en sus investigaciones. No había pasado muchas veces por aquí pues mi anterior jefe no solía visitar los demás pisos y cuando lo hacía, no me pedía que lo acompañara. Quería que me quedara arriba por si debía atender algún llamado.
Un hombre que supuse era el director del departamento, nos recibió. Nos saludó con una sonrisa profesional y Thomas solo se limitó a asentir y seguirlo mientras iba explicando los diversos proyectos de una forma general. Nos detuvimos frente a una gran pizarra con números y dibujos de un prototipo. A los costados, había bocetos de diseños.
—Tenemos un proyecto que, si todo sale como es planeado, podremos poner en práctica pronto. —Explicó el hombre–. Voy a dejarlos con el investigador a cargo para que les expliqué con mayor profundidad. –Miró hacia atrás para darle la señal de que apareciera al encargado principal del proyecto. Para mi sorpresa, era mi amigo, Alexander.
Él se acercó, dio un apretón de manos con Thomas y cuando me miró a mí, sonrió cálidamente. Almorzábamos juntos casi todos los días junto con Julie y, si bien él no formaba parte de los administrativos, nuestra relación de amistad comenzó debido a que ambos buscábamos latas de soda de la misma máquina expendedora. Le enseñé que con darle un golpe preciso, las latas finalmente bajaban y desde ese entonces alegró mis días con sus bromas pues era alguien muy simpático y coqueto.
—Hola, Sof. —Saludó, luego se presentó con él—. Buen día y bienvenido a la planta de desarrollo. Soy Alexander, líder del grupo que está realizando el prototipo de los nanofiltros. Síganme, voy a llevarlos a ver en lo que avanzamos.
Eso hicimos y fuimos hacia el ascensor. Cuando presionó el número doce y comenzamos a descender, Alex me habló normalmente. En mi interior le agradecí pues, no sabía si era yo sola la que lo notaba pero había cierta tensión en el ambiente. Una tensión que no había desaparecido en todo el día y me estaba poniendo los nervios de punta. Si la cosa seguía así tendría alambres en vez de cabello al final del día.
–¿Almorzamos en la mesa de siempre? –Inquirió.
Mi nuevo jefe, de pie entre mi amigo y yo, frunció el ceño aunque siguió con la vista en la puerta hermética.
–Claro. ¿Chuletas hoy?
–Cómo me conoces. –Rió.
–Me taladras la cabeza con tu dieta estricta, ¿Cómo olvidarlo?.
–Vas a agradecerle a mi dieta cuando veas mi abdomen.
Sonreí y negué con la cabeza. Thomas, esta vez, me miró de reojo.