Capítulo doce

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Hola!

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Hola!

Les prometí que iba a hacerme el tiempo para poder actualizar más seguido y me gusta hacerlas felices así que acá va un capítulo a mitad de semana.

Disfruten de la lectura :)

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El bar al que solía ir con Ana y al que tenía en mente ir esa noche, me quedaba a unos tres minutos de mi departamento. Sin embargo, esta vez Alex quiso conocer uno nuevo, que quedaba nada más y nada menos que a media hora de donde yo vivía. Él pasó a buscarnos a Julie y a mi y emprendimos camino hasta allí. También, había invitado a mi única amiga de la preparatoria y ella dijo que traería otras personas consigo. Además de invitarla porque Alex estaba soltero y sería una oportunidad para conseguirle un match, la invité porque el hecho de que hubiera más personas con nosotros iba a disipar el tema de conversación con el que mis amigos insistieron durante el trayecto en auto; la razón por la que mi jefe cambió de opinión. No sabía si podía hablar del incidente en su despacho... después de todo trabajábamos juntos y él hacía hincapié en la profesionalidad. ¡Sería un escándalo si se esparciera el rumor de que me estoy acostando con él! Seguro Thomas dejaría de hablarme de por vida. Y ni pensar en lo que sufriría mi reputación. Sería la secretaría a la que las envidiosas llamarían escaladora solo porque me gustara mi jefe y ser correspondida.

Llegamos al lugar y nos dimos cuenta de que era un bar con más clase en comparación a los que estábamos acostumbrados. Las mujeres tenían vestidos brillosos, el cabello perfecto y zapatos preciosos. Los hombres iban en camisa y tenían un porte importante. El interior destellaba luces neón, una pista en el medio en la que todavía no había mucha gente bailando. La mayoría estaba sentada en los taburetes, hablando por sobre la música que mantenía un volumen moderado.

—¿Cómo sabías de este bar? —Inquirí a mi amigo mientras nos abríamos paso entre la gente y encontrábamos un hueco vacío en la barra de tragos.

—Tengo un amigo que trabaja para una petrolera. Él y sus compañeros de trabajo siempre vienen aquí y me lo recomendó.

Asentí. Podía encontrarme personas platudas y empresarios felices de tener el happy hour luego de trabajar arduamente. Bueno, prácticamente nosotros entrábamos en la segunda categoría. No éramos empresarios, éramos administrativos, pero la parte de desestresarnos luego de una semana intensa era compartida.

—¡Mira ese trago! —Julie se emocionó al ver pasar una mujer con una copa que desprendía fuego.

—¡Pidámoslo!

Alcé la mano hacia el barista. Se acercó un muchacho joven y tatuado que me guiñó un ojo después de prepararme lo que le había señalado.

Le sonreí con coquetería y tomé la copa. En la superficie de la bebida, se alzaba una llama que era un espectáculo de ver.

El diablo viste de trajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora