Capítulo veinticinco

1.8K 129 69
                                    

Un rato más tarde, cuando todos se acomodaron en sus lugares, sirvieron el plato principal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un rato más tarde, cuando todos se acomodaron en sus lugares, sirvieron el plato principal. Era un filete acompañado de un puré con nombre lujoso. Al finalizar, se escuchó un tintineo. Miramos al centro, donde mi prima Fernanda y su esposo, tenían un micrófono para decir unas palabras. La música de ambiente disminuyó su volumen y los invitados prestamos atención.

—Bueno, hola a todos los que están aquí. Muchas gracias por haber venido a nuestra boda. —Ella sonrió ampliamente cuando miró a su esposo. Él le devolvió el gesto—. Nos gustaría decir unas palabras cortas para recordar lo que celebramos hoy, más allá de nuestra unión. ¿Quieres decirlas tú?

—No, a ti te saldrá mejor, amor. —Algunos invitados rieron por su evasión a decir cursilerías. Ella negó con la cabeza, divertida, pero prosiguió.

—Hoy festejamos encontrar a esa persona que te hace feliz y que pinta tu vida de colores. No es fácil encontrarlo pero allí está, en algún rincón de este mundo, esperando a verte por primera vez. —Siempre había tenido facilidad para las palabras y era mi prima más soñadora. Todo lo cursi le quedaba bien—. En fin, un brindis por nosotros y por el amor en general. —Levantó su copa—. ¡Quiero ver a todas las parejas besándose!, ¡Demuestren esa pasión! —Le dio un beso ruidoso a su esposo—. Y ahora, mis padres harán el honor de empezar.

Mi tía y mi tío se pusieron de pie y se dieron un beso que los demás aplaudieron. Fue cuando me percaté de que en algún momento nos tocaría a nosotros. Miré por sobre mi hombro a Thomas, con pánico, pero él no se inmutó. Simplemente bebió de su vaso.

Mi prima comenzó a mencionar a algunos tímidos pero en todas las ocasiones se salió con la suya. Comencé a respirar con dificultad, preocupada.

—Thomas...— Susurré, tratando de que mi familia no escuchara y siguiera atenta a la escena con los invitados para que no se percatara de mi incomodidad.

—¿Qué?

Giré mi cuerpo para hablar más cerca de su oído.

—Te das cuenta de que la insistente de mi prima nos va a mencionar, ¿No?

—Ajá. —Miró al centro de mesa como si fuera muy interesante.

—Si quieres hacer como que tienes que ir al baño, el momento es ahora.

No se movió. Me extrañó que no quisiera huir al instante en que le di permiso.

—Mi querida prima Sofía y Thomas. —La voz de Fernanda me hizo dejar de observar su perfil y volver al frente. Los invitados nos miraron y la que acababa de casarse, esperaba con una gran sonrisa. Traté de hacer lo mismo, pero creo que me salió más como una mueca—. Su turno, tortolitos. ¡De pie, muéstrennos ese amor!

Tragué saliva, incómoda. Mis comisuras titubearon mientras traté de parecer relajada.

—Fer, ¿Es necesario? No quiero espantarlo el primer día. —Mentí, buscando la forma de sacarnos de ese aprieto.

El diablo viste de trajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora