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Fue un día largo de trabajo, un problema tras otro, pero no había nada que pudiera hacer

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Fue un día largo de trabajo, un problema tras otro, pero no había nada que pudiera hacer. Estaba cansado, pero dentro de lo que cabía había estado bien y tranquilo gracias a la música animada de la radio. El trayecto había sido breve por el flujo del tráfico, por lo que pudo llegar a casa con bien.

Había llegado a casa, al lugar donde pertenecía. Al fin tenía uno. Abrió la puerta, anunciando su llegada por medio de un llamado al alzar la voz.

Una cabeza se asomó desde la puerta de la cocina, haciéndolo sonreír. ____ salió de la cocina, abrazando a su esposo del cuello a la vez que le daba un beso en la mejilla.

—Bienvenido a casa.

Siempre fueron las palabras que quiso escuchar salir de su boca, y ahora lo escuchaba cada día al llegar del trabajo. No sabía describir el sentimiento que le generaba, ya que no es que fuera bueno con las palabras.

¿Qué había hecho para merecer a tan buena mujer? No lo sabía.

Su vida había mejorado bastante desde que habían abandonado el Team Rocket para su propio bien. Lo último que habían oído es que Giovanni había sido atrapado y sentenciado a cadena perpetua por ser el líder de la organización criminal.

Se retiró el traje y lo dejó colgado en el perchero de la entrada, sin ánimos para llegar hasta la lavandería y ahí dejarlo. Estaba que se le cerraban los ojos. Al girarse sobre su eje, la vio a ella, vistiendo un largo vestido morado que le llegaba hasta las pantorrillas adoloridas gracias al trabajo.

—Hola...

—Hola, ¿cómo te fue?

—Regular. — expresó antes de besarla.

Sus labios se movieron con intensidad sobre los contrarios, llegando al punto en que puso sus manos sobre sus hombros para sostenerse. James era una melodía brutal que la mantenía en marcha, la cual la inspiraba a quitarse las trabas y seguir mejorando cada día. Solo por él. Por la familia que habían formado juntos.

Habían tenido una hija, la cual habían nombrado Taylor. La habían procreado después de años viviendo solos en su propio mundo formado por ellos, un par de foráneos comprometidos en una relación complicada. Sin importar eso, el amor era una cosa que retorcía sus entrañas. De forma agradable, evidentemente.

Sus tíos, Jessie y Meowth, aún no habían encontrado a su media naranja. Pero venían a visitarlos cada que querían, siendo que vivían bastante cerca uno del otro.

Hubieran seguido con su unión si no fuera porque se escuchó un grito desde el piso de arriba. Una voz perteneciente de, al parecer, una niña de unos seis años. Su pequeña hija.

—¡Papá!

La sonrisa del hombre se agrandó al ver a su hija bajar. La recibió en sus abrazos y la cargó, depositando un beso en su mejilla tersa y sonrojada.

Podría ser que su hija era la cosa que más amaba en el mundo además de ____. Su sonrisa era bastante tierna gracias a la falta de un par de dientes, los cuales había perdido recientemente. Sus compañeros del trabajo no dejaban de elogiarla cada que la llevaba.

—¿Cómo te fue en la escuela? — preguntó mirándola.

—¡Muy bien!

—Vamos a cenar y ahí me cuentas más.

La niña asintió con energía. La bajó para que pudiera irse en dirección a la sala, donde comúnmente cenaban mientras compartían lo que habían hecho a lo largo del día. Era una rutina a la que se habían acoplado, una que no les aburría, y en vez de eso, les gustaba y deseaban cada vez más.

Los adultos se miraron y se sonrieron mutuamente, como hacían cuando eran simples agentes del Team Rocket, sin idea de lo que llegarían a hacer. Se permitieron besarse una vez más para dirigirse con su hija mientras soltaban pequeñas risas cómplices.

Mientras ambos estuvieran juntos, podrían superar cada obstáculo que la vida les pusiera en frente.

—Todavía no lo puedo creer.

—¿Qué?

—Que te quedaste conmigo.

✓ STAY WITH ME, james.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora