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La Liga Pokémon

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La Liga Pokémon... nunca creyó que volvería a estar nuevamente en ese lugar. El fin del comienzo y el comienzo del fin, eso era para ella.

Pero afortunadamente no estaba sola. En esa ocasión, sus compañeros estaban consigo siendo ellos mismos, aunque no tuvieran ni la más remota idea del torbellino que daba lugar en su interior.

Iban a hacerse pasar por reporteros de televisión fuera del estadio, entrevistando a cualquiera que se le atravesara para intentar robar unos cuantos Pokémon. Al menos ella tenía que. Para eso los cuatro se disfrazaron.

—Debe haber un entrenador al que podamos quitarle algunos Pokémon decentes... — mencionó él mirando alrededor sin detenerse.

Lo decía porque, todos tenían de esos que parecían que con solo mirarlos se debilitarán.

—¡Oigan! ¿Qué les parece ese?

El gato parlante señaló a un joven de largo cabello verde azulado oscuro, aparentemente pretencioso. Hubiera dado media vuelta si estuviera en su poder hacerlo.

—¿Será hombre, mujer o alguien?

—Yo creo que es alguien...

—Haciendo preguntas inapropiadas desde tiempos inmemorables, supongo.

—Disculpa, ¿eres entrenador Pokémon? — le preguntó la peli-magneta nerviosamente.

—No debes ser una buena reportera, ¡hubieras sabido que soy el Asombroso Mandy! ¡Siempre soy noticia mundial!

De seguro ni en su casa lo conocían.

—¡Eres un...!

—Estamos de incógnito... — recordó con una sonrisa llena de nerviosismo, arrastrando sus palabras.

—¿Y de qué canal son? — cuestionó él distraídamente.

—Em... ¡Somos de la LCN!

Locos de la Cabeza Narcisistas, así lo vio ella. Y definitivamente, tenía que contarle ese para nada gracioso chiste a James en cuanto salieran de ahí.

—Siglas que nos describen bien.

—¿Y eso qué es?

—¡Lindos, Cariñosos y Nocivos!

La peli-magneta procedió hacer una pose extraña. — Soy Jessie, y yo inventé el nombre. Siento que capta muy bien mi personalidad.

—Tal vez sí, pero el Asombroso Mandy solo trabaja con cadenas con público.

Se dio la vuelta y se fue caminando con toda la calma del mundo. Con una furiosa Jessie intentando seguirle para darle unos buenos puñetazos.

—¡No me digas! ¡Vuelve aquí y yo te haré desaparecer los dientes! — exclamó, a punto de empezar a darle caza al ya ausente entrenador.

Rápidamente la tomó del brazo, frenándola. — ¡Espera, Jessie! Si nos delatas, nos echarán de aquí.

—Y no conseguiremos ningún Pokémon. — completó el gato parlante.

—Tienes que controlar tu carácter o la gente empezará a sospechar. — pidió tomándola de los hombros. — Así que actúa como reportera y no como locutora de lucha libre.

—¡Tienes razón! Además, las chicas bellas como yo no debemos pelear.

Ese cambio de actitud... le aterraba. Esperaba que si algún día enloquecía, al menos fuera la segunda o la tercera en ser atacada.

Una vez más se sumergieron en el silencio, buscando entrenadores aparentemente fuertes antes de que Ash empezara a pelear. Recordó su "chiste" de hace un rato, por lo que apresuró su paso para alcanzar al peli-lavanda y susurrarle, con una sonrisa de oreja a oreja.

—Oye, James... ¿te cuento algo gracioso?

 ¿te cuento algo gracioso?

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Ash iba competir...

Ash Ketchum iba a competir en la Liga Pokémon...

Ash Ketchum estaría en el mismo lugar en el que ella estuvo hace cinco años...

Ash Ketchum competiría en la Liga Pokémon, estando en el mismo lugar en el que ella estuvo hace cinco años...

Sip, estaba enloqueciendo. Y al parecer su contrincante sería ese "Asombroso" Mandy. Obvio.

Y por el bien de su salud mental, afortunadamente fueron echados por la policía antes de que siquiera empezara el combate... hasta que se les ocurrió la maravillosa idea de verlo por fuera. ¡Pero, extrañamente, Ash lo estaba destrozando! El karma llega. Tarda, pero llega.

—Ese bobo no lo está haciendo para nada mal...

—Y ese Kingler lucha a la perfección... es impresionante para un bobo como él.

El pobre de cabello turquesa trató de derrotarlo con un Golbat, pero claro que no lo logró. Y sin poder ocultarlo, estaba emocionada. Apasionada por su reciente logro.

Mientras tanto, Ash parecía un niño más pequeño de lo que era, celebrando, presumiendo y dando saltos por doquier debido a su victoria en la primera ronda. Era... molesto, pero tolerable.

—Por hoy acabamos... eso es bueno. Intentaremos de nuevo mañana.

Los tres asintieron. En su camino por salir del estadio, James se le acercó y le susurró, causándole un escalofrío.

—¿Te sientes bien?

—¿Por qué no lo estaría? — lo miró. Él hizo una mueca, dudoso.

—Nunca te he querido decir por respeto, pero casi siempre pareces agüitada.

Soltó una leve risa, negando.

—Tal vez, pero tus mexicanadas me hacen sentir mejor.

Definitivamente se estaban llevando muy bien, a ojos de todos y la verdad era esa. Cada vez conectaban más.

✓ STAY WITH ME, james.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora