040

60 4 0
                                    

Adueñarse de Alola debía ser una realidad cuanto antes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Adueñarse de Alola debía ser una realidad cuanto antes. No podían seguir dejándose distraer por asuntos personales como los suyos y lo de Mareanie. Giovanni ya incluso les había llamado la atención debido a que su progreso se había estancado de nuevo.

—Estos días han sido... muy aburridos.

—Tú fuiste la que dijo que deberíamos darnos un descanso.

—¡Ya sé lo que dije, ____! Pero no es lo mismo... — se levantó, tamborileando en sus pasos, y fue hacia la nevera, en busca de algo para comer, cuando encontró un pastel relleno. Sus ojos se iluminaron, tomándolo con sus manos. — ¡Qué rico!

—¡Oye, eso es mío! — se levantó James, molesto.

—¡Ya no más!

Agradecía que James hubiera atrapado a Mareanie —a pesar de que al envenenarlo le hiciera daño.—, ya que ella lo defendió y utilizó Picotazo Veneno e hizo que lo soltara. Como cayó en el suelo, Mimikyu aprovechó la oportunidad y se lo comió, dejándolos sin poder hacer nada por el miedo que le tenían.

—El ataque que Mareanie utilizó fue Desarme, eso significa que puede utilizar movimientos tipo siniestro.

¿Cómo había podido olvidarlo? Era cierto. Todos chillaron de alegría, ya que ya poseían un Cristal Z tipo siniestro, y a Mareanie. Lo único que les faltaba... era el Aro Z, y solo podían obtenerlo por medio del recorrido insular de la isla. Afortunadamente, Giovanni ya les había dicho que fueran a la Isla Ula-Ula para hablar con un amigo suyo, quien era el Kahuna.

Afortunadamente no se les había complicado tanto como creían.

¡Oh, pero sí lo haría! ¡Claro que sí! Si no, no serían el Team Rocket.

Terminaron perdiéndose en medio del sonido estridente de las peleas de sus compañeros, gracias a las escasas habilidades de dirección de James. Estaba a punto de gritarles para que se callaran, cuando a lo lejos vio una estación de policía. Afortunadamente ya se encontraban disfrazados, por lo que, después de llamarles la atención, entraron sin más.

El lugar estaba climatizado y lleno de Meowth de Alola, como si custodiaran el lugar. Empezaron a maullar ruidosamente al percatarse de su presencia, como si fuera una señal.

—A ver, ¿por qué todo este alboroto...? — un hombre de mediana edad con una tez pálida y desgastada apareció. Poseía ojos rojizos y cabello corto grisáceo. Vestía con unos pantalones oscuros largos, un par de sandalias rojas y negras, una camiseta color rojo oscuro de mangas cortas y encima una chaqueta negra desabrochada con emblemas de la policía local en los hombros. Se rascaba la cabeza con flojera, como si acabara de despertar. Los vio de arriba a abajo, como si los examinara, cuando se recargó en el umbral de la puerta. — Mala suerte, forasteros. Por si no lo sabían, este es el lugar favorito de los Meowth, y al parecer no les agradaron.

—Dios, imagino que es hora del plan B...

—¿Tenemos un plan B? Adiós, me voy. Hay que buscar al Kahuna.

Se dieron la vuelta con pereza para irse, cuando el hombre volvió a hablar.

—¿Quieren conocer al Kahuna?

Volvieron a girarse de inmediato, alzando las manos con alegría.

—¡Sí, señor! ¡Son órdenes de nuestro gran jefe!

—¡Nos dijeron que los dos eran amigos!

—No podrán verlo, lo siento.

Al oírlo, sus esperanzas se esfumaron estrepitosamente.

—¿Por qué?

—Salió a un viaje de entrenamiento para desarrollar sus habilidades.

—¿Sabe cuándo va a volver?

—Puede volver en unos días, o tal vez en un mes. ¡Nunca se sabe! Incluso podría venir dentro de un año.

¡Era un Kahuna! ¡Ya debería ser grande y fuerte!

Derrotados, se fueron sin antes agradecerle al hombre. James la abrazó por los hombros y apoyó la cabeza, cabizbajo. Le correspondió el gesto con ternura, suspirando ante la idea de que habían ido hasta ahí por nada. Ya no tenían por dónde empezar.

Iba a ser imposible que pudieran conseguir el Aro Z

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Iba a ser imposible que pudieran conseguir el Aro Z. Mientras se encontraban lamentándose, Jessie, llena de rabia, golpeó una piedra con un listón rojo que se destrozó, liberando a un Gengar. Parecía haber estado sellado, por alguna razón.

Sin que pudieran evitarlo, tomó el Cristal Z que habían conseguido después de tantos problemas.

Una chica joven de cabello morado y de piel clara acompañada de dos niños y un Mimikyu aparecieron, parecían estar dando un paseo hasta que se los toparon. El Gengar pareció querer atraparlos, pero la chica de cabello morado, la cual parecía llamarse Acerola, se interpuso y se la llevó. No perdieron el tiempo y los siguieron, en busca de que les devolviera el Cristal Z.

No obstante, el Pokémon era demasiado rápido. Aunque corrieron para alcanzarlo, tan solo eran capaces de observar a la distancia el combate que libraba contra el Mimikyu de la tal Acerola, quien trataba de salvarla.

Después de que el Gengar los poseyera para ponerlos en su contra y que se revelara que el hombre de la estación de policía era el Kahuna, James había dominado la posición del movimiento Z y derrotó al Gengar.

Al final, todo había resultado bien. Fue algo hermoso ver que James había logrado, una vez más, superarse a sí mismo.

✓ STAY WITH ME, james.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora