CAPITULO 19: I DE INQUIETUD, LA FAMILIA DESTRUIDA POR UNA CARTA DE DOBLE FILO

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Había acabado de cerrar un trato con una mujer por teléfono, con una tal Santa Rosa, me miré la mano derecha, la cual, conservaba aun la herida que me hizo aquella zorra de Lina Vázquez Puertas, me arranque la rosa negra que ella me clavó hace unas semanas atrás, y aprovechando mi viaje a Vitoria.


Quizás, y le hiciese una visita a mi sobrina Raquel Sanz Rubio, aunque no se si ella, se acuerde siquiera de mí, mate a mi hermano y su pareja, cuando ella apenas tenía 4 años y la deje huérfana, cortando todo contacto y vínculo con ella, por eso me mudé a México, para olvidarme de todo.

Ahora, solo quería matar a Lina y sus amigos, para ser feliz y volver a ser abrazado por mi sobrina.


Lo que hice, matar a mi hermano por celos, me arrepiento, y ahora, solo deseo mi muerte, para volver a estar con él, ya sea en el más allá o en el infierno, pues el cielo, no era lugar para alguien como yo, tras de haber teñido mis manos con sangre de inocentes y haberme corrompido por el poder y el miedo.


Unos días más tarde, la señora Santa Rosa, me volvió a llamar, para decirme, que la fecha se había retrasado, así también revelándome la fecha del el día, lugar y hora.

El encuentro, tendría lugar el 2 de noviembre, en la Urban Rock, durante un concierto de Celtian, y el horario para nuestro encuentro serían las 20:30 ella me dijo que debía ir con ropa casual, como puede ser una camisa negra de manga corta y vaqueros rotos, ella al llegar el momento, me avisaría tres o cuatro días antes de como iría vestida ella.


La noche aullaba con fuerza, la luna, era la única compañera para mi soledad, y eso, me hizo reflexionar, si el aliarme con Íñigo Parra Aguilar, había sido una buena idea.

De cualquier forma, ya era tarde para echarse atrás, ya lo teníamos todo, el miedo infundido en los corazones de la gente, los poderes judiciales ejecutivos y legislativos, más sin embargo, lo teníamos todo y no teníamos nada, yo solo quería volver a sentir el calor de los abrazos de mi sobrina Raquel Sanz Rubio, en cambio, mis socios, ellos si eran felices con esto, pero yo no.


Aun faltaba mucho para nuestro encuentro pues apenas estábamos a 6 de julio, y el encuentro no tendría lugar si no hasta el 2 de noviembre, decidí llamar por teléfono a mi sobrina, pero parece que el teléfono que yo tenía apuntado suyo no era el correcto, decidí llamar a un contacto mío de la policía para que pincharse su teléfono y me lo consiguiese, para así poder llamarla y hablar con ella.

Unos minutos más tarde lo consiguió, sin vacilaciones, marque el número, sin embargo antes de llamar me quedé unos momentos pensando para saber que le diría, pues hace más de 10 años, que no nos veíamos.


La abandoné cuando apenas tenía ella cuatro años, tras de haber matado a mi hermano, tome aire, y llamé, tras unos segundos de tensión, pude escuchar al otro lado, la voz de mi sobrina.


- ¿Dígame? - exclamó Raquel, al otro lado del teléfono.


- Raquel, sobrina mía, hace demasiado que no hablamos y quizá no te acuerdes de mí, pero es normal te abandoné cuando tenías tres años, soy yo tu tío Christian. -le dije mientras se generaba un incómodo silencio por unos minutos.


Quizás, el no saber de mí durante tantos años, la está generando ansiedad nostalgia miedo e inseguridad, debido al monstruo en el que me he convertido.


A los pocos segundos, pude volver a escuchar su linda voz, esta vez llena de ira.


- ¡Serás miserable! ¡Más de 20 años, más de 20 jodidos años sin saber de ti, valiente hijo de puta! Mataste a mi padre, también a mi madre y me dejaste a mi suerte en las calles de Moscú, Rusia, fui adoptada por una familia de Madrid, y ganándome la vida como prostituta y sugar mommy de quién hoy es mi pareja, y ahora tienes los cojones de llamar! ¡Largo de mi vida hijo de puta, ojalá y te pudras en el infierno! -me dijo mi sobrina, gritando y colgando bruscamente el teléfono.


Si esto es lo que debo ser, lo seré dando dolor, correré, gritaré y mataré, pues la única pieza que mantenía mi alma y mente sanas, había decidido rebelarse contra mí despedazando mi pobre alma herida.


Ahora mi corazón envenenado funcionaba sin latidos, en su lugar bombeaba rabia envenenada y alimentada por el dolor de las palabras provenientes de la boca de mi sobrina al colgar el teléfono.


Ahora ya solo deseaba, dos cosas, por un lado mi encuentro con la señorita Santa Rosa, el 2 de noviembre en Vitoria, y por el otro también deseaba la muerte, pues la única chica por la que mi corazón latía era mi sobrina Raquel, y al saber el odio que me tiene por lo que hice, ha desmontando mi corazón en un solo soplido, haciendo que se me quiten las ganas de vivir pues ya no tengo nada por lo que luchar.

Ojalá y ser asesinado por ella ante sus brazos, así pudiendo acabar mi existencia a manos de la única persona por la que siento algo de cariño o mejor dicho sentía algo de cariño.





LAS DOS CARAS DE UNA MISMA CARTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora