“Siento que estoy en una realidad alterna, las cosas se cambian de lugar, mutan, crecen, se mueven, alejan...”Bajo del auto y acomodo mi cabello en el reflejo de la ventanilla. Como salí antes de la oficina, aproveché y fui a casa a ducharme y cambiarme para recoger a Evan. Mi idea es invitar a Liz a cenar. Ingreso al kinder y me dirijo a la puerta en donde él se encuentra. Hoy en la mañana me han llamado y dicho que está portándose algo mal, se encuentra agresivo y no saben por qué ya que Evan suele ser un niño dulce, por ese motivo y como estaba anotado que pasaría por él, se comunicaron conmigo. No he hablado del tema con Liz, de hecho no he hablado con ella desde el miércoles de la semana pasada, cuando cenamos juntos por última vez. El fin de semana me ha enviado mensajes pero sólo por Evan. Tampoco la he visto. Casi todas las ocasiones las arreglaba directamente con Mitch, pero hoy toca llevarlo a casa y la veré.
Me resulta muy extraña la situación, pero no me he atrevido a preguntarle, intento acosarla lo menos posible y darle el oxígeno que me pidió, me muero de curiosidad por saber si ha hablado con Liam, pero tampoco me atrevo a preguntarle, no quiero hacerla enojar. Supongo que sí ha hablado, me lo habría dicho ¿verdad?
—Buenas tardes —saludo cuando llego al salón y encuentro a dos maestras con Evan, una es mayor, y la otra no pasa de unos treinta y cinco. La mayoría de los niños ya se han ido.
—Hola —saludan animadas.
—¡Campeón! —saludo a Evan y lo cargo, amo la sonrisa que tiene cuando me mira—. ¿Cómo te has portado? —pregunto, le hago cosquillas en la barriga y se retuerce de la risa sin poder evitarlo.
—Pensaba que iba a venir alguno de sus padres, queríamos hablar sobre Evan —comenta la maestra más joven, junta sus manos a la altura de su estómago y frunce sus labios con pena.
—Soy su padre —afirmo y cargo a Evan en mi costado izquierdo.
Su expresión se descoloca y comienza a ponerse colorada. Se aleja unos segundos y trae una planilla. A casi todas las personas que le digo que tengo un hijo de un año y casi seis meses, se sorprenden. A ver, es igual a mí el niño.
—Usted no es Liam Terrance —afirma y mira nuevamente la planilla—, según esto, usted es Arsen Caristeas, figura como tutor o responsable junto con Mitchell O'Donnell para retirar a Evan.
Asiento molesto, pensé que Liz ya había hecho la aclaración, eso tendré que hablarlo, quiero reconocer a Evan. Me aclaro la garganta y suspiro.
—Soy su padre, Liam es la pareja de su madre —explico mordiendo las palabras.
«Qué humillante, maldito Liam».
—Está bien —accede con duda, mira a la señora parada a unos metros y parecen comunicarse con telepatía.
—¿Qué le sucede a Evan? —pregunto preocupado, baja su vista y humedece sus labios, pareciese que me dará la peor noticia de mi vida.
—Creemos que está algo agresivo por problemas en casa —susurra con temor.
Me detengo a observarla, también miro a mi hijo buscando signo de algo mal y siento el calor subir por mis mejillas. ¿En casa? Liz es sumamente cariñosa con él, tiene mucha paciencia y ella lo trata entre algodones.
—¿Qué clase de problemas? —investigo—, su madre y yo estamos separados, no tengo cómo saber lo que sucede en casa —explico nervioso—, ¿habla de violencia? ¿Debo hacer algo al respecto? —inquiero sin saber qué hacer.
—No, tal vez su madre o alguien no esté pasando por un buen momento y el niño lo sabe, lo absorbe —explica con calma—. La psicopedagoga lo estuvo observando y eso pensó. El suele ser de los niños más pacíficos que hemos tenido aquí.
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Él, prohibido
Romansa"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...