"No sirve guiarse por el bien o el mal, sino, por lo que te haga feliz a ti”.
Termino de colocarle el precio al último libro y lo dejo en su estante correspondiente. El sonido de la campanilla me avisa que alguien ha entrado a la tienda, salgo del pasillo y cuando giro para ver al cliente, me encuentro con Steph, la madre de Liam.
Entra con su particular cara de asco, detesta este lugar, va mirando todo como si no quisiese ensuciarse y camina hasta mi encuentro, detrás del mostrador. Lo rodeo para poder saludarla y si pudiese saltarme este paso lo haría.—Hola, Steph —saludo amable.
—Hola —responde cortante.
—¿Qué puedo hacer por ti? —pregunto curiosa al ver que se queda parada sin decir nada.
—Sé que estás separada de Liam y que pronto te irás de la casa —comenta seria y hasta enfadada—, el otro día te vi con un joven, ese que estaba en el cumpleaños de Evan, y no hasta ahora noté el parecido —Frunce su entrecejo y se lleva una mano al mentón, como si recordara—, obviamente pensé cualquier cosa y se lo comenté a Liam, resulta que me dijo que es el padre del niño —suelta y espera mi confirmación.
«Dios, ¿en algún momento de mi vida se terminarán las humillaciones?».
—Sí Arsen es padre de Evan —afirmo intentando ocultar la pena. Steph me da una mirada asqueada, chasquea la lengua y niega con la cabeza, como si no quisiese oír más.
—No tienes vergüenza de estar con él bajo el techo de mi hijo —habla sorprendiéndome—, después de todo lo que hizo por ti, te cuidó, crío a la semilla de otro hombre y te atreves a tenerlo como un perro faldero —agrega sin reparo alguno, escupiendo cada palabra.
—Le pido que pare —exijo—. Lo que haga o no, es mi vida, no debe importarle, y después de todo, Liam lo sabe, no lo estoy engañando si es lo que está insinuando —reprendo y sonríe de lado.
—Ya sé muy bien su pasado —espeta con asco—, sé muy bien la clase de prostituta que es, se acuesta con quien quiere, engaña a los hombres y no tiene ni un poco de reparo de nada, se embaraza y entrega el paquete a buenos muchachos como mi hijo.
No me doy cuenta y termino dándole una bofetada. Es inofensiva, pero lo suficiente para que se calle y deje de insultarme. La observo tocar la zona donde la he golpeado y espero a que diga o haga algo. Siento los latidos de mi corazón casi salirse de mi pecho, comienzo a ponerme inquieta pero no hace nada, me mira de arriba a abajo y escupe en el suelo frente a mí.
—Eres una vil zorra —Vuelve a insultarme, pero no me afecta, es más, la dejo continuar—. Nunca me has caído bien y me alegro que mi hijo se libre de ti.
—No me he separado de Liam —contesto y se ofusca en respuesta.
—Lo harás, ¿y sabes que más? —inquiere mientras asiente con la cabeza—, te irás ya mismo de esa casa, quiero que se vayan tú y ese bastardo que tienes por hijo...
No la dejo terminar, la sujeto con ambas manos de los pelos y la tiro al suelo. No puede defenderse y me aprovecho de eso, no puedo creer que esté haciendo algo como esto, caigo de rodillas al suelo y sigo tironeando su pelo. Grita como una condenada mas no me importa, le haré tragarse las palabras.
—¡¿Qué pasa aquí?! —Escucho un grito masculino y cuando levanto a penas mi vista, veo a Arsen acercarse a prisa—. ¡Liz! ¡¿Qué haces?!
Sigo con lo mío, la vieja comienza a zafarse y es cuando Arsen me sujeta por debajo de los brazos y me levanta poniéndome de pie, obligándome a soltar los pelos de la vieja, y veo que me han quedado unos cuantos cabellos en la mano.
—¡Maldita zorra! —Grita mientras se sujeta la cabeza y se pone de pie—. ¡Voy a denunciarte!
—Es para que aprendas, ¡maldita! ¡A mí dime cualquier cosa, pero no te metas con mi hijo! —Cuando voy a abalanzarme otra vez, Arsen me sujeta del pecho y la cintura, trabando mis brazos con los suyos e impidiendo que me salga de su agarre.
—Basta —susurra en mi oído.
Decido tranquilizarme, las manos me tiemblan y siento escalofríos, estas cosas no suelo hacerlas, no puedo creer que haya golpeado a la madre de Liam, Dios mío. Steph parece arreglarse la ropa y el cabello de espaldas a nosotros, murmurando cosas y cierro mis ojos ante la pena, también me dejo tranquilizar por el abrazo de Arsen que no cede.
—Te quiero fuera de esta tienda —ordena y abro mis ojos con sorpresa—. Estás despedida, hoy mismo te quiero fuera de todas mis propiedades.
—Esta tienda es de Liam, ¡no puede echarme! —exclamo molesta e intento soltarme de Arsen.
—Es mía legalmente y te quiero fuera, ramera. Vete, ¡ya mismo! ¡Vete!
Paso saliva no sabiendo qué hacer, siento mi rostro arder, los latidos de mi corazón salirse del pecho y mareos, siento mareos.
—Vámonos, Liz —pide Arsen y niego.
—Le dediqué mucho a esta librería, ¡usted no puede echarme! —reclamo y comienzo a llorar.
—Llamaré a la policía —dice y saca su teléfono.
—Nos vamos —ordena Arsen—. Deje el drama —le dice a Steph y ella lo asesina con la mirada.
Arsen me toma de la mano y lleva hasta atrás del mostrador como si fuese una niña pequeña, me pregunta cuáles son mis cosas y las toma. De la misma manera salimos de la tienda. Siento que todo pasa a mi alrededor como una realidad virtual, como si no pudiese hacer nada, me siento ebria. Sólo siento mis lágrimas quemar mis mejillas, avisándome que esto es real, que estoy pasando por todo esto de verdad.
—Cálmate por favor —pide Arsen y besa mi frente mientras me coloca el cinturón de seguridad—. Tranquila.
Me abrazo a mi chaqueta y comienzo a llorar desconsoladamente. Esperaba que no sigan pasándome estas cosas, que al intentar hacer todo bien nadie más me señalaría con el dedo, pero llego a la conclusión que de cualquiera de las dos maneras —buena o mala—, la gente te señala igual.
—¿Vamos a mi casa? —pregunta Arsen preocupado y niego con la cabeza.
—Vamos a mi casa —pido y limpio mis nublados ojos—, voy a recoger todas mis cosas —explico y asiente—. ¿Puedo mudarme ya a la nueva casa? —consulto y asiente seguro.
—Claro que sí, tengo la llave conmigo.
—Gracias —agradezco y vuelvo a hacerme pequeña en el asiento.
Pero antes de poner el auto en marcha, siento que Arsen me toma de los brazos y me hace enderezar para seguido abrazarme fuerte. Hundo mi rostro en su pecho y aspiro su cítrico aroma, me hacía falta esto, y más, de él.
—Me alegra poder estar aquí para ti —susurra y besa mi cabeza.
—¿Qué estabas haciendo en la tienda? —pregunto curiosa ya que ha aparecido de la nada.
Me aparto y lo miro a los ojos, no tiene buena expresión, parece preocupado.
—Venía a hablar contigo de algo importante —cuenta y frunce sus labios—. Pero puede esperar un rato, hay que hacer mucho ahora y me alegra haber llegado a esa tienda.
«¿Qué tan importante puede ser lo que Arsen tiene para decir?».
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Él, prohibido
Romansa"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...