Interludio 30.5

24 5 0
                                    

Lady María, la jefa de todas las sirvientas de Titania, caminó recta y firme por los perfectos y limpios pasillos del Palacio del Pacto de Titania.

Cada vez que miraba aunque sea un solo ladrillo del maravilloso palacio, no podía hacer nada más que conmoverse de la increíble y perfecta arquitectura traída por los Señores Supremos, sus Dioses y Creadores.

Era simplemente imposible no hacerlo. Incluso los ventanales que no daban a ningún lado traían luz divina y majestuosa a través de sus cristales de colores, como si un sol imaginario estuviera atravesando tal ventanal maravilloso y místico.

Bueno, eso sería si fuera de día. En cambio, los ventanales solo brillaron místicamente por la luz de la luna, tanto la real como la inexistente. Y si no era suficiente iluminación, pues, incluso si habían muchos habitantes de Titania capaces de ver muy bien en la oscuridad con la más mínima mota de luz, habían incontables candelabros, arañas y piedras mágicas iluminando el pasillo como para que la oscuridad no sea más que una pálida sombra en algún rincón. Incluso si no era necesaria tanta iluminación, sería inaceptable que el divino palacio de los Dioses no se vea más que maravilloso y presentable, incluso para los más mortales.

Solo las Mazmorras y las Catacumbas eran las únicas que eran sumidas en la oscuridad perpetua y siniestra. O los jardines en búsqueda de dar ambientes más naturales y bellos. O el Pueblo de Hadas, pues era una ciudad misma de gente viva que necesitaba también descansar.

Tal fue el decreto de los Supremos para las Hadas desde su fundación. 'Descansen, coman y vivan. De esa forma, nos servirán con la mayor de las alegrías y energías.'

María no podía hacer más que resistir las urgencias de soltar un 'Amén' y juntar las manos en plegaria.

Pero ella era una sirvienta perfecta, no podría hacer algo tan de la etiqueta como darse tal lujo, incluso si estaba sola en los pasillos, solo vista por los pocos guardias o entidades que hacían guardia.

¿Qué hacía María a tan altas horas de la noche caminando por los pasillos en lugar de estar descansando?

Bueno, en primer lugar, como una Ángel de alto nivel, no necesitaba dormir. Era una servidora de los Supremos después de todo. Dormir cuando podía estar sirviendo a sus divinidades era inaceptable.

En segundo lugar, tenía un deber. Uno que, si bien podía ser algo herético en ciertos casos, no podía dejar pasar.

Curiosidad.

Tanto curiosidad como deber.

Las Supremas, sus amables y misericordiosas Diosas, que se mantuvieron con ellos en lugar de irse como los demás Señores Supremos, habían despedido a sus respectivas sirvientas del día hace horas, y estuvieron sin dar noticias por otras varias horas.

Las dos sirvientas a cargo de las Supremas, si bien se mantuvieron obedientes y con entendimiento, no podían evitar sentirse preocupadas de no haber podido cumplir las expectativas de las Diosas de Titania.

Por lo tanto, tanto en un golpe de curiosidad por qué habrá causado tal suceso, así como preocupación por sus adorables niñas y por las Supremas, y deber de ser informada de cualquier cosa importante, incluso si era un detallito, y de servir a sus Señoras, estaba en camino al único lugar donde parecían estar las dos divinidades de Titania.

La habitación de la Suprema Black Abyss•White Flower.

Como era de esperar, esto lo podía adivinar en base a que las reuniones solían hacerse en la Sala del Trono, el algún balcón del Palacio, o en la habitación de la Suprema Dont-Say-My-Name. Y las Supremas no se encontraban en ninguno de estos lugares.

Overlord Fic: La Rosa Roja y la Rosa NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora