Capítulo 23.

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—Hola Koga, gracias—dijo Kagome tomando su mano.

—¡Señoraa!—las tres lobas se acercaron a saludarla emocionadas y detrás de ellas Ginta y Hakkaku. 

—¡Hola! Increíble, me da muchísimo gusto verlos a todos—Koga la abrazo haciéndome sentir lo que ya comenzaba a ser normal en mi, un enorme revoltijo en el estomago. 

Me acerque para recibirla también y ella sonrió al verme haciendo que el vacío que había tenido estos días desapareciera en un santiamén.

—Hola Inuy...—lo había olvidado, Kagome fijó su mirada en Kikyo, no pude descifrar su primera reacción, pero no me la espere, ella por lo general se entristecía, o se alejaba de mi al saberme con ella, pero esta vez, no sabía que había en su mente, no hubo decepción, ni tristeza. Kikyo se dio la vuelta y empezó a caminar—Kikyo... por favor... no te vayas.—"Kagome, ¿qué haces?", pensé con sorpresa—quédate, amm.. traje mucha comida que hizo mi mamá... porque no vienes con nosotros, nos gustaría que vinieras—eso último lo dijo viéndome a mí, como si hablara en mi lugar. 

Sentí como si un chorro de agua helada cayera sobre mi, la estaba invitando a que estuviera con nosotros... conmigo, ella creía que eso me gustaría...

—¿Quieres que vaya con ustedes?—respondió ella incrédula. 

Todos observamos a Kagome asombrados ante la petición, ¿por qué Kagome hacia esto? Incluso la actitud que tenía no cuadraba con la Kagome que yo conocía, actuaba como si no le importara la presencia de Kikyo, como si no le importaba que estuviéramos juntos.

—No me hagas reír, que haría yo estando con ustedes, no seas ridícula.

Kagome fingió no escuchar la ofensa y se dirigió a mi. 

—Inuyasha trata de convencerla, dile que quieres que venga, los esperamos dentro—dijo guiñándome un ojo ¿de que se trata esto?—Koga, ¿me ayudas con eso?

—Claro—Koga al igual que nosotros la veía extrañado. Sin embargo cuando siguió a Kagome volteo a verme con una sonrisa torcida y provocadora.

No era extraño en Kagome ser noble con todos, pero su reacción, su expresión... fue como si no le extrañara que yo estuviera con Kikyo... como si ya no le importara.

Comencé a sentir otra vez como un pequeño vació se formaba en mi interior, esta vez sin poder explicármelo.

Todos se dirigieron a casa de Kaede mientras Kikyo y yo quedábamos a solas, pero esta vez me sentí extraño, no quise insistirle a Kikyo que viniera con nosotros, empezando porque sé que es una petición inútil y terminando con que sería demasiado incomodo.

—Hum,—Kikyo se burlo—en verdad cree que aceptare entrar.

—No lo se, me sorprendió tanto como a ti.

—Adiós Inuyasha será mejor que nos veamos después. Creo... que estás algo consternado

—E...espera Kikyo... 

—No tienes que decir nada—dijo sin detener su paso.

Cobarde. 

Esa fue la palabra que elegí para describirme en este instante. Por primera vez no elegí a ninguna, ambas se marcharon en direcciones opuestas y me quedé en medio, anonadado, sin saber a donde moverme... sin comprender lo que había en la cabeza de Kagome.

Entré a casa de Kaede y todos me pusieron atención, era de esperarse, tenían tanta curiosidad por ver que pasaba. 

Al ver a Kagome me di cuenta que mantenía su atención solo en la comida, y evitaba mi mirada, eso me molestó más que nada hasta ahora.

Destinos DistintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora