Capítulo 34. ELLA

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  No se como fue, pero estaba en sus brazos por enésima vez, su olor como siempre me obligó a aceptar que todo estaría bien. De un momento a otro pude respirar , aunque por un instante juraría que creí asfixiarme, cuando intenté aspirar, los pulmones se me inflaron, hasta que lo volví a intentar y el aire freso y limpio recorrió mi aparato respiratorio. Empecé a reaccionar y levanté mi cabeza para poder admirar a mi Dios maligno, me recorrieron las ganas de abrazarlo con todas mis fuerzas, pero aun seguía débil y cabecee. ¡Maldición!... Inuyasha estaba atrapado en algo asqueroso que cada vez aumentaba más de volumen... hijo de ...

 Tome mi arco sin pensarlo dos veces, sin saber de donde estaba sacando fuerzas hasta que me percate de un calor intenso en mi pecho, los fragmentos que había estado cuidando estaba saliendo de mi cuerpo, las incruste en la flecha poniendo todas mis esperanzas en ello y disparé a la cosa viscosa que acababa de tapar por completo el rostro de Inuyasha "NO LO HARÁS" la flecha salió a toda velocidad hacia mi objetivo acompañada d una segunda, hasta entonces me percate de la presencia d Kikyo, quien se aferraba a la estola de Sesshomaru, se veía muy mal como su tuviera quemaduras en la mayoría de su cuerpo seguramente todo fue causado por el veneno, ella me había salvado, había alcanzado a ver como ella tomaba mi lugar en el campo de protección ... gracias a ella podía contarla esta vez.

Las flechas se impactaron en las encarnaciones y estas cedieron por completo al combinarse con la espada de Inuyasha quien desde adentro había estado peleando por liberarse.

-Me sorprendes- dijo mi salvador levantando una ceja-creí que no podrías moverte.

-Ni yo... le dije rodeando su cuello aprovechando la fuerza que tenía, recargando mi cara en su piel tan suave y caliente, solté el aire por mi nariz pegándola a su cuello y sentí placenteramente como su piel se tensaba y apretaba su mandíbula.

-Creí que estabas molesta-me dijo con dolor en la voz.

.Lo estaba, pero sabes... no podría pedir otra cosa más que estar en tus brazos ahora- el me apretó con más fuerza hacia el, como si deseara absorberme, y besó mi coronilla aspirando... sentí un rugido proveniente de su garganta.

-Inuyasha...-fue a penas un susurro, el que provino de Kikyo, lo suficiente como para emocionarme, porque al fin corroboraría que estaba bien, levante de golpe mi cabeza deseando verlo, y ahí estaba, con su túnica algo dañada, agitado y con sus ojos de oro liquido combinando con su semblante totalmente preocupado. Lo vi y no pude evitar una calidez de alivio me embargara, sentí un impulso incontenible de lanzarme a el y abrazarlo.

-Aggh...- la voz de Kikyo me hizo recordar lo mal que se encontraba, y me reuní con ella en vez de con el.

-Kikyo... ¿qué pasa?, ¿cómo te sientes? –dije apresurándome a ella.

-Yo... yo... estoy bien,- dijo haciendo una mueca de dolor, que respondía todo lo contrario.

- ¡Kikyo! ¿qué pasa? ¿qué puedo hacer?-no podía evitar sentirme culpable, después de todo ella me había salvado, haría todo lo que ella me pidiera con tal de que estuviera bien. Inuyasha la sostenía en su regazo acariciando su cabeza.

-N... nada... soy... un cadáver recuerdas- almas comenzaron a caer sobre ella entrando en su cuerpo y devolviéndole la vitalidad de siempre en un abrir y cerrar de ojos, aun así se veía más pálida de lo normal y débil.

Bueno, algo era mejor que nada, lo que no me dejaba de rondar en la cabeza era una sola pregunta ¿por qué s había arriesgado tanto por mi?

-¿Porque lo hiciste Kikyo?-le pregunté mientras Inuyasha esperaba también su respuesta, aun así estaba extraño como si estuviera ido.

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