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¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!

Dos semanas ya habían pasado desde que Eunha entró literalmente estrellándose en su vida, y la mayoría de las mañanas aún quería matarla. Como ahora.

Abriendo violentamente la puerta, espetó:

—¿Qué mierda, Eunha? —ella mantuvo sus ojos enfocados en su rostro. Aún después de dos largas semanas, su pene seguía sin entender que ella era su amiga y que estaba fuera de los límites. Y últimamente, con Eunha teniendo el hábito de pasarse usando prendas ajustadas, del tipo que mostraba más de lo que tapaba, Sowon también había desarrollado la costumbre de no mirar a Eunha por debajo del cuello.

Eunha sonrió burlonamente, lo cual la puso más irritada. —Eunha, te juro por Dios, si solo viniste aquí para sonreír estúpidamente... —ella negó con la cabeza— ¿Qué entonces?

—Es mi primer día en la Universidad —murmuró tan bajo que Sowon tuvo que pedirle que lo repitiera antes de entender lo que estaba diciendo.

Sowon retrocedió incrédula. —¿Y? ¿Qué mierda quieres entonces? ¿Qué me despida antes de que vayas a clases o que te de tu mesada? No soy tu mamá.

Eunha hizo una mueca por su tono, aunque ya no se sentía herida por esto. Hacía tiempo que había llegado a la conclusión de que Sowon no era en absoluto una persona mañanera. Levantó su barbilla.

—Quiere decir que como mi amiga se supone que me acompañes a la escuela.

Sowon comenzó a toser. —¿Hablas en serio? No tengo clases hasta el mediodía. Y por si no sabes leer relojes, recién son las siete de la mañana... —entonces sonrió— tus clases no empiezan hasta las nueve. ¿Significa esto que, la supuestamente confiada Eunha, está... nerviosa?

Eunha intentó no ponerse verde incluso mientras mentía descaradamente. —Por supuesto que no.

Sowon le dio una mirada conocedora, lo suficientemente despierta ahora como para ponerse del humor "burlémonos de Eunha". —Sí, lo estás.

Ella cambió de tema. —Tienes que acompañarme a clases.

—Nop.

—Lo harás —golpeó sus brazos buscando causar algún efecto, sin importar que Sowon fuera como un inamovible bloque de cemento.

—A, no soy tu madre. B, no soy tu hermana. C, Dios no permita que sea tu novia. D, soy tu amiga sólo bajo coacción y E, no me pagas para hacer eso, y aún si me lo ofrecieras, no lo tomaría.

Ella apretó los dientes. Cualquiera pensaría que dos semanas de amistad harían de Sowon menos imbécil... pero no. A veces, de hecho, actuaba más imbécil.

—Simplemente podías decir no —le espetó.

—Lo hice —le recordó con sarcasmo— no pareciste entenderlo.

Se cruzó de brazos sobre el pecho. —Bueno, no me importa. Me vas a acompañar a la escuela... —se detuvo y entonces gruñó— Temo perderme en el camino.

—Qué duro.

—Si no me acompañas...

—¿Qué? ¿Me vas a matar?

Su tono condescendiente la fastidió tanto que Eunha le dio una mirada de muerte y frunció el ceño, pensando en algo que pudiera hacerle ver las cosas a su manera.

Y entonces se dio cuenta. Sonrió lentamente.

Oh-oh.

Sowon de inmediato comenzó a cerrar la puerta, pero Eunha fue más rápida y se las arregló para escabullirse en el cuarto.

Sowon y Eunha │[GP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora