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Todos los alumnos que veo cada día me observan con cara de tristeza

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Todos los alumnos que veo cada día me observan con cara de tristeza. Y no paran de decirme siempre lo mismo.

<<Tu madre no se merecía esto>> <<Lo siento.>> <<Tu madre era una buena persona>>

Y creo que me siento peor cuando la gente me lo reprocha. 

Prefiero que me ignoren como hacían antes y así al menos podré no recordar más esa escena.

 Llevo una semana bastante dura, parecía que habían pasado cuatro meses, ha sido horrible.

 Además, mi padre ha dado un bajón increíble, y lo entiendo. No me ha hablado durante las comidas, cenas, nada. 

Han despedido a mi padre de su trabajo, por faltar mucho. 

Se ha pasado un mes horrendo y está demasiado dolido. 

Me jode que no lo lleguen a entender. Su mujer ha muerto, podrían tener un poco de empatía con él al menos. 

Papá no ha dicho nada, dice que le da igual, pero a mí no.

Estos días no ha hecho nada productivo, solo levantarse de la cama para comer sin soltar ninguna palabra y volver a su habitación para encerrarse. 

Siempre es lo mismo.

—La gente no para de mirarte—dice mi preciosa mejor amiga Celia con cara de asco.

—Ya—respondo posando la vista al suelo—. Intento no fijarme mucho.

Dirige la mirada en mí y saca una de esas sonrisas que conozco.

—No les hagas caso. Es normal—se explica—. Con lo que ha pasado....

La gente ahora mismo me ve como a una persona diferente.

Alguien que ha perdido a una persona y tienen que darle el pésame de mil maneras, pero no ven que prefiero que no me lo recuerden. 

Aparte no soy una persona muy influenciada, todo lo contrario. 

En mi vida solo me he entendido con Celia, sabe cómo soy, que me gusta, me apoya, me entiende, me hace brillar y subir poco a poco de escala y eso se llama ser una gran amiga.

—¿Entramos? —me vuelvo a la realidad. Parpadeo varias veces y vuelvo a la entrada del instituto.

—¿Eh... qué?

Voy a intentar no estar tan empanada por dios.

—Tienes clase y yo también—me recuerda alargando su brazo hacia el mío con ternura mientras abre la puerta del instituto—. Estás en Nueva York. En uno de los pueblos más bonitos.

A mamá siempre le gustó mucho estar en Watkins Glen. Como también ha querido ir a la villa de nuestro pueblo, pero no ha dado tiempo. 

Este mes he cambiado mucho, está claro, mi madre ha muerto y lo que menos me apetece ahora es entrar a clase de filosofía. 

El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora