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Estas semanas, papá se ha animado más a salir los fines de semana, cosa que creo que ha hecho pocas veces en su vida, con sus amigos y su viejo amigo de la infancia y eso significa una cosa

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Estas semanas, papá se ha animado más a salir los fines de semana, cosa que creo que ha hecho pocas veces en su vida, con sus amigos y su viejo amigo de la infancia y eso significa una cosa.

Tener que unirme más a ellos y eso lleva a otra cosa peor.

Hoy toca ir a visitar la mansión de los Kruse.

Un sábado. Sábado por la tarde.

¿Sabes qué es lo peor?

Que me ha amargado toda la mañana.

Sin embargo, me siento en mi silla de ruedas de mi escritorio, pongo música relajante y cierro los ojos para que me venga toda esa inspiración que tengo por la cabeza. Cojo una hoja en blanco y mi lápiz de la suerte y mis manos se mueven por sí solas.

Líneas, curvas, y más líneas.

Vuelvo a cerrar los ojos para imaginarme ese vestido que me aparece en la mente y sigo dibujando. Utilizando colores grises.

Líneas y más líneas se dibujan por si solas.

Una hora más tarde, diseño un vestido largo ceñido de color plata un poco transparente menos las zonas intimas.

El vestido es largo con una raya al medio y la pierna derecha desnuda con unos tacones color plateado se enrollan por ellas. Con colores, sencillos y bonitos.

Dibujo un bolso pequeño en el brazo izquierdo e indico en la parte de arriba a la derecha mi inicial y el día de hoy.

Guardo el boceto en mi cajón secreto para que nadie lo pueda ver.

Respiro hondo y muestro una sonrisa para mí misma. Me siento bien. Muy bien.

Volver a seguir ese sueño que tanto quiero, me hace sentir tan bien. Así que, cojo otro folio en blanco y sigo dibujando más bocetos, más y más. Después de comer, me pongo a estudiar, hasta que a las cinco me llama mi mejor amiga por video llamada.

—¿Ya estás mejor?

—Necesito que olvides a esa Celia—me indica con el dedo, desde la otra línea. Estudiar y hacer deberes mientras hago videollamada con ella, es lo mejor—. ¿Vale?

Desde el día que hablamos por llamada en Dunkin Donuts la noté rara.

Muy rara.

Esas semanas me costó mucho no mandarle textos largos para demostrar que estoy a su lado y que puede contar conmigo. Pero sé que Celia cuando está mal, necesita estar a solas.

Ahora, al parecer desde esa conversación, está mejor.

—Me alegro de que estés más contenta—asiento—. Esa Celia de antes no me gustaba.

—A mí tampoco—se tumba en su cama mientras bufa—. Puta Sasha.

Suelto una risita mientras hago deberes.

El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora