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Miro el folio de muchas maneras y solo hace que me agobie más

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Miro el folio de muchas maneras y solo hace que me agobie más.

Lo dejo a un lado y me tapo la cara.

Cierro el portátil y pauso la canción Ocean eyes de Billie Eilish, que suena por mis oídos desde la mañana.

—¿Estresada?

Me doy la vuelta.

—Ada—el recuerdo de mi madre apoyada al lado de la puerta me viene a la mente. Lleva un vestidito moderno, color azul claro con pendientes del mismo color. Es guapísima por dios. Entre sus manos, lleva un bol de comida—. Hola.

—No quería molestarte, perdona.

—No tranquila—Últimamente está viniendo más a casa y además he discutido con mi padre por lo mismo. No sé qué es lo que tiene exactamente con Ada, pero tampoco quiero preguntárselo. Me he dado cuenta de que, a pesar de todo, es su vida. Es la vida de mi padre y si ahora él está feliz, yo también. ¿No? —. Puedes entrar. No estaba haciendo nada importante.

—Tu padre me ha mencionado sobre tus bocetos y...

—¿A si?

—Claro—me sonríe—. No para de hablarme de ti.

Me levanto de la silla y digo todo lo que siento.

—No quiero que pienses que no te quiero aquí—le digo la verdad—. Incluso, no quiero ser una falsa contigo. Esto es complicado para mí y me duele—Intento decir, mirándola—. No estoy diciendo que me caigas mal, simplemente que no estoy acostumbrada a esto. Es todo nuevo para mí.

Ella asiente con la cabeza y me sonríe.

—Me caes bien—confieso—. Lo siento si mi padre alguna vez te ha dicho alguna cosa mala sobre mí, de ti. Y lo siento por cómo me comporte cuando viniste. Necesitaba pensar.

—Tranquila—Hace que me sienta mejor—. Te entiendo, está olvidado.

Le sonrío un poco avergonzada.

—¿Quieres?

Me muestra el bol gigante de comida.

—Lo he hecho apenas hace diez minutos. Tu padre se ha ido a hacer la compra y tú estabas trabajando con tus bocetos. Me gustaría que te despejaras un poco—parpadeo varias veces sorprendida—. ¿Te apetece comer alguna galleta que he hecho conmigo?

—Oh...

Me aclaro la garganta.

—Si vale. Lo haré.

Dejo las cosas donde estaban y voy a la cocina, sin antes coger el móvil.

Me siento en una de las sillas de la cocina y pruebo una de las galletas de Ada.

Están buenísimas.

—¿Te gustan?

Asiento.

—No le he puesto chocolate por si no te gustaba o por cualquier cosa.

El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora