4

166 9 9
                                    

—Espero no volver a ir—le digo a mi mejor amiga desde la otra línea, mientras abro la puerta de Dunkin Donuts

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Espero no volver a ir—le digo a mi mejor amiga desde la otra línea, mientras abro la puerta de Dunkin Donuts. Los trabajadores siempre han sido amables conmigo. Además, me conocen algunos porque casi todos los sábados vengo a tomar un café con mi donut favorito a la misma hora—. Por suerte no pisaré nunca más esa empresa.

—¿Y cómo lo sabes?

—Mi padre ya se ha instalado— saludo a una de mis mejores camareras favoritas y me dirijo a la parte donde haya menos gente para sentarme—. Entonces yo ya no pinto nada allí.

—¿Estás segura? —pregunta a susurros cerca del móvil—. Nunca digas nunca.

—No me asustes.

Suspiro.

—¿Tan malo llegó a ser? —vuelve a preguntar mi mejor amiga—. No exageres.

—He sentido mucha tensión, por mi parte.

Mi camarera favorita se acerca con una sonrisa y pido lo de siempre sin colgar la conversación tan interesante que tengo con Celia.

—Yo no hubiera aguantado las ganas de no lanzarme hacia su boca.

—No te pases.

—Es en serio—replica—. Si es como me lo has descrito....

Ignoro ese último comentario y doy mis primeros bocados favoritos a mi donut de chocolate.

—Qué rico—se lo restriego a mi mejor amiga—. Tendrías que haber venido.

Normalmente voy sola. 

A veces está bien ir a tomarse algo sin nadie más y pensar en uno mismo.

—Tengo un examen de Biología que me está costando muchísimo—me confiesa—. Me quedaría hablando contigo sobre ese hijo multimillonario, ricachón, pero creo que primero estudiaré.

—¿Te puedo ayudar en algo? —devoro todo mi donut y al terminármelo doy un sorbo a mi café—. No es que sepa mucho de Biología, pero algo sabré.

—Sí—exclama—. Me ayudarás si me dejas estudiar.

Suelto una pequeña risita.

—Vale, lo siento.

—Luego nos vemos—contesta—. Que ganas tengo de que sea ya esta noche.

—¿Por qué?

—¿No lo recuerdas?

—No......

—¡Fiesta! —me pitan los oídos—. Tú también vienes.

No es que me guste mucho.

—Vale—bufo—. Pero no vuelvas a obligarme a ir.

—Te quiero—cambia de tema—. Luego te llamo.

El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora