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Noto una mano cálida en mi cabeza

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Noto una mano cálida en mi cabeza.

—Hola cielo—me habla mamá en un susurro.

Le sonrío.

—Hola mamá.

—¿Cómo está mi preciosa hija?

—Bien, como siempre.

—¿Sí? —abre los ojos sorprendida—. Me alegro mucho, cielo.

Mamá va con un vestido azul claro con pequeñas flores blancas.

—¿Qué hora es?

—Las diez. Te he preparado el desayuno. Papá aún está durmiendo.

Me acaricia el pelo y observa cómo se me moja las mejillas.

—¿Qué pasa cariño?

Ella siempre nota cuando estoy mal.

—Mamá.

—¿Sí?

—¿Cuántas veces te has enamorado en la vida?

Me sonríe.

—¿A qué vienen esas preguntas?

—Me gusta hablar de esto contigo, me siento segura.

—Me he enamorado pocas veces.

—¿Cuántas?

Se queda pensando mientras sonríe.

—Dos.

—¿Dos veces?

Ella asiente.

—Sé que nunca has tenido una relación, pero no pasa nada, cielo. Vas a encontrar a muchísimas personas que les guste lo que hagas. A muchas personas que se enamoraran de ti. —me acaricia el cabello—. Cuando menos te lo esperes, ahí estará.

—¿Pero y si no quiero hacerlo, por miedo?

—¿Qué te da miedo?

—Enamorarme.

—El miedo solo hace que no hagas lo que tu corazón te pide.

Apoyo la cabeza en el brazo de mamá.

—Enamórate de alguien a quien le importas, a quien haría lo que fuera por ti, quien te entienda, quien no te juzgaría nunca y quién está contigo en las buenas y en las malas.

Me da un beso en la frente.

—Es como los amigos. Vas a encontrar a muchísimos —me da un beso en la mejilla—. Pero primero de todo, céntrate en ti. Búscate a ti misma, que es lo que te gusta, que te apasiona, que te inspira. Fíjate en tus objetivos y no te dejes influenciar por nadie. Porque hay personas muy malas en el mundo.

—No sé qué haría sin ti.

—Cielo...—me sujeta las manos—. No digas eso.

—Te echo mucho de menos, mamá.

Pero no responde.

—¿Mamá?

Abro los ojos rápidamente, nerviosa y con el corazón a mil.

Me levanto y me muerdo el labio inferior.

Me peino el pelo con los dedos e intento hacerme una coleta. Abro la puerta y camino por el pasillo hasta bajar a la cocina.

El apartamento que tiene los Kruse aquí en Londres, es precioso. Pero no tiene nada que ver con la de Watkins Glen.

Mi padre, Dylan y Michael están en el comedor. Papá mirando la televisión, el jefe de mi padre con el ordenador y Mike haciéndose un vaso de leche.

Cuando entro, papá es el primero en saludarme.

—Buenos días bella durmiente.

Pongo la mirada a Michael.

Cierra el microondas y se sienta en una silla al lado de la larga encimera. Fija la mirada en mí y me sonríe.

Noto un pequeño cosquilleo. Aclaro la garganta y aparto la mirada de él por los nervios.

—¿Cómo has dormido, cielo?— me pregunta papá, levantándose para abrazarme.

<<Mal>>

—Bien —miento.

—Me alegro—me sonríe—. ¿Quieres comer algo?

—No gracias. No tengo mucha hambre.

Asiente.

Papá cambia de canal hasta dejar puesta una en la cual, reproduce la grabación de la presentación del castillo de ayer.

Vuelven a reproducir el video en el que presentaban a los primeros emprendedores hasta llegar a Emily, la madre de Michael y mucho más tarde, presentan quién ganó el premio más exitoso 2022.

—Christian Grayson —menciona Dylan.

—Joder.

Hago una mueca y dejo que apaguen la televisión, sorprendida.


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El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora