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                                                                             Michael

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                                                                             Michael


La casa empieza a ser un agobio. 

Me he metido en casa de Jano y cada diez minutos, entran porretas a los que a la mitad no los conozco. 

Abro el paquete nuevo de cigarros y con el mechero enciendo uno colocándomelo en la boca.

—No sabéis las putas ganas que tengo de irme otra vez de fiesta—levanta el brazo para coger la botella de whisky y bebérsela de un trago—. Y despertarme cada día con una diferente.

—Cada semana hay fiestas, macho—replica otro que no conozco—. No me explico cómo quieres meterte en todas ellas. Al final aburre.

Doy una calada a mi cigarro y suelto el humo. 

Estar aquí con esta gente no es lo que me gusta, pero considero a Asher como un amigo y esta vez, lo he hecho por él.

—¿Me estás vacilando? —se sorprende el chaval este—. Encima que me regalan una mamada a la que tardo en recapacitar un día entero.

—Tío, pero no des detalles joder—interviene Asher con cara de asco—. Solo dice que no paras de irte a fiestas, ¿y aún quieres más?

Asiente.

—Me parece divertido.

Me he metido en la casa, del hermano mayor de Jano. 

Un porreta como él, que dejó los estudios hace un par de años. 

Sus padres lo echaron de casa a los dieciocho recién cumplidos por conductas que hacía. No tuvo donde acoplarse a nadie y más tarde empezó a meterse en los caminos que cuesta salir. Las drogas y con el alcohol.

Sin embargo, conoció a un chaval igual o peor a él y se metió en su casa. 

El tío consiguió mucha pasta, para especificarse, diremos que consiguió mucha droga. Tampoco sé mucho más, me han contado muchos finales que no se cual creerme; Como que el chaval que conoció lo pillaron y lo metieron en la cárcel y como el hermano de Jano ya llevaba un tiempo allí se quedó con la casa. 

Otros me contaron que murió y la casa se la quedó él. 

Otros que se hizo rico y se largó a otro país y le dio la casa. 

O incluso que, se dio a la fuga y le ayudaron a escapar.

Pero lo más importante es, ¿qué coño hago yo aquí?

—Mike—Jano me vuelven a la realidad—. ¿No vas a probar el delicioso alcohol que nos ha traído nuestro buen amigo Clem?

Aún recuerdo cuando se enfrentó con un menor en mi casa y tuve que apartarlo con la ayuda de Cody. 

El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora