21

105 6 3
                                    

—¿En serio te ha pedido perdón? —dice mi mejor amiga en la otra línea—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿En serio te ha pedido perdón? —dice mi mejor amiga en la otra línea—. Eso es muy raro de él, ¿no?

—¿Por qué?—susurro moviendo la cabeza a los dos lados para que no me escuche nadie.

—Me sorprende.

—¿Él?

—Si.

—¿Y por qué?

—¡Porque sí! —exclama y me aparto del altavoz del móvil con una mueca—. Pero lo ha hecho mal. Muy mal.

—Ya.

Me lo vuelve a recordar.

—Pero da igual, ahora ya no puedo hacer nada —añado.

—Ay la hostia.

—¿Qué pasa?

—¿Te has vuelto a enrollar con él?

Mi corazón se altera.

—¿Qué? —digo—. ¿Por qué me preguntas eso?

—¡Tu contéstame!

—No.

—¡Que cabrona! —exclama a todo pulmón—. ¿Cuándo te has vuelto a enrollar con el ricachón?

—¡Shht! —le hago callar—. No me he vuelto a enrollar con él.

—¡Joder tía!

—Celia—replico—. Te van a oír.

—Ay mierda. Se me olvidaba—me imagino como mi mejor amiga muestra una cara de asustada con la boca en la mano—. ¿Te han pillado escuchando?

—No. Estoy en la parte de arriba de la piscina—niego—. Pero no falta mucho para que lo hagan.

—¡Oye!

—Es verdad Celia— camino con cautela por el borde de la piscina—. Gritas mucho. A veces creo que cuando estoy hablando contigo en casa, mi padre desde abajo te oye.

—¿En serio?

—Puede ser.

—¿Y dónde está tu padre ahora?

—En el despacho de su jefe—suspiro—. Y como no. Quiere que esté cerca de él.

—Joder.

Meto la mano en el agua que ilumina los bordes de la piscina de un color azul.

Está muy helada.

—¿No tienen vacaciones o qué? —me pregunta con curiosidad—. ¿O los ricachones no tienen vacaciones?

—No tardarán mucho.

—¿Cuándo?

—No sé. A principios de agosto.

El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora