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Canción: Dandelions de Ruth B*

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Canción: Dandelions de Ruth B*.


Abro los ojos y me estiro. 

Bostezo y me tapo la cara al encontrarme con un pequeño rayo de sol entre mi rostro. 

Veo el despertador y son las ocho de la mañana. 

¿Por qué me levanto tan pronto? Que rabia me da, lo juro. 

Gianna llama a la puerta y la dejo entrar. 

Os estaréis preguntando donde estoy ¿no? Pues exactamente estoy en Londres. Si Londres. Hace unos días cogimos el avión y ahora mismo estamos en un apartamento de los Kruse, para arreglarme y vestirme para el día más importante (o eso es lo que dice mi padre). 

Hoy será el día más aburrido y asombroso a la vez, iré con mi padre y como no, la familia Kruse al evento más importante del mundo. 

Gianna me deja en la cama el vestido con el que debo ir esta tarde y le muestro una sonrisa.

 Salgo de la cama y lo cojo, sin antes mirarme en el espejo.

—¿Le ayudo a vestirse? —me ofrece ella con su voz dulce desde la puerta de la habitación blanca mármol en la que han dejado.

Niego amablemente.

—Gracias, pero me voy a la ducha.

Me recojo el pelo, me meto en la ducha, abro el grifo y me quedo quieta mientras empieza a salir el agua caliente, pensando en el día que tendré hoy. 

Me ducho rápido, me ajusto la toalla entre mi cuerpo y al abrir la puerta está Gianna con su bonita sonrisa esperándome con el vestido negro doblado en la cama y a su lado hay unos tacones dorados.

—Voy a prepararla ahora—me explica—. Aún queda muchas horas, pero me informan que debe estar lista lo más pronto posible.

Enciende las luces del tocador inesperado y me señala que me siente. Hago lo que me dice. Empieza a ordenar y dejar en el tocador todo lo que necesita para maquillarme. 

En primer lugar, utiliza una base con el mismo tono de mi piel o parecido y me lo escampa por toda la cara para que no se me vea ningún grano. 

En segundo lugar, utiliza corrector para las ojeras, me coloca un poco por debajo de los ojos. Suelto una pequeña risita.

—Le añadiré un poco de brillo a sus ojos—me indica—. ¿Sabía que tiene unos ojos preciosos?

Me toco las manos sin parar, rascándome los dedos. Un poco nerviosa, como no. Con ganas de volver a Watkins Glen, a mi casa. 

No sé qué hago aquí. Esto es para mi padre, no para mí.

Gianna voltea la silla en la que estoy, para verme mejor.

El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora