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Estar alrededor de multitud de gente solo hace que me ponga más nerviosa de lo que estoy

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Estar alrededor de multitud de gente solo hace que me ponga más nerviosa de lo que estoy. 

Es mi primera vez y espero que sea la última. 

Papá me ha obligado a venir, otra vez y lo peor es que no he tenido tiempo de reprochar.

 Además, llevo un vestido regalado por los Kruse. Larguísimo y liso. Por la parte de arriba me encuentro con pequeños diamantes. Me deja los hombros al descubierto combinando con mi piel clara. Se ajusta perfectamente a mi pequeña cintura. 

Y qué decir de los tacones... son preciosos. 

Sigo los pasos de mi padre, hasta llegar hasta él. 

Un hombre alto trajeado de negro con gafas nos abre la puerta de mármol oscura para entrar a está mansión. O es como lo llamaría yo. 

Llena de lujos y sin dejar de pensar. "¿Qué es lo que hago yo aquí? ". 

Mis ojos analizan cada parte de esta sala tan grande. 

Unas bonitas luces están volando por el techo de un color amarillento intenso. 

Trago todos mis nervios y hago todo lo que puedo para no mostrarme débil ante nadie y ante nada porque esa es la emoción principal que siento cuando me están llevando a un mundo de lujos donde no quiero permanecer ante nada. 

De nuevo, doy varios pasos hasta llegar a mi padre, donde se ha parado a hablar, ¿con sus nuevos oponentes?

La mayoría de las personas van muy bien vestidas. Muy elegantes; con collares, pulseras, muchos diamantes. 

Hay algunos que destacan más que otros. 

En cambio, espero no ser yo una de las que destaque. 

A la otra punta está Michael, alejado de todos. 

Al parecer tampoco le gusta estar aquí o eso es lo que creo. Mis ojos lo analizan por completo. Un traje azul marino. 

Interesante. Nada de su estilo, la verdad. 

Se me hace raro verlo tan elegante.

—¿Señorita?

Parpadeo varias veces y me centro en quien tengo delante.

—Disculpa las molestias, pero...—empieza por decir—. Me han estado hablando de usted.

¿Por qué me tienen que hablar con el usted?

—Soy Christian Grayson—me envuelve la mano con delicadeza y la besa—. Un placer conocerla.

Creo que me va a entrar la risa. Me aclaro la garganta y sonrío. En estos casos no sé qué más hacer.

—Y usted debe ser Matthew Ronald, ¿verdad? —se acerca a mi padre—. Un placer conocerle en persona.

—Igualmente Grayson —musita papá.

El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora