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                              Michael

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Michael


—¿No estás sorprendido? —me pregunta Cody, de copiloto.

—No. Ya me estoy acostumbrando.

La puerta de la entrada se abre y aparco el coche dentro del garaje. Dejo la marcha en punto muerto y bajo de él mientras mi amigo hace lo mismo.

Nos acercamos hasta estar en la sala del gimnasio.

Si no recuerdo mal, la comida del otro día no me sentó muy bien, al llegar a casa lo vomité. Creo que es porque hace demasiado tiempo que no como tantas hamburguesas y nuggets. No pienso volver a sitios así.

Mi amigo y yo, empezamos a calentar y estirar los músculos. Yo me acerco a la selección de pesas, por la barra olímpica. Cody sigue mis pasos, pero él se acerca a la sección de la cinta de correr.

—Oye. No pienses en eso.

—No estoy pensando en eso—suspira—. Lo tenía planeado, todo tío. No estoy teniendo una buena relación con mi hermana pequeña. Y me gustaría mejorarlo. Pero me lo han estropeado.

—Sabes muy bien que yo te puedo dejar un coche. El que quieras.

Levanto la barra olímpica y los discos, uno a uno. Respirando e intentando concentrarme.

Mi amigo mueve el dedo índice.

—Ni de broma Michael.

—Eres mi mejor amigo. Como si te lo regalo, me da igual—dejo la barra a un lado y paso a pesas más pequeñas—. Haría lo que fuera por un hermano, como tú.

—No pienso pedirte un coche. Lo dejaría para la última opción.

—Por lo que veo—digo—. Esta, es tu única opción.

Baja de la cinta, sofocado.

—Voy caminando si hace falta.

Descansa un instante y elige la bicicleta elíptica.

—Estás loco.

—He visto gente peor.

No sé quién.

—Tu —añade.

Sabe que haría lo que fuera por él, le daría todos los coches que tengo si hace falta, porque es él. Pero Cody es un cabezota y no quiere, lo fácil que sería darle un puñetero coche y que se vaya a todos los sitios del mundo con su hermana.

Si hace falta le regalo un viaje a donde quiera y que se lo pasen bien.

—Sabes que lo podría hacer—intento convencerlo otra vez—. Pero eres un cabezota y no me dejas.

—Mike en serio, cállate ya. No quiero tus putos coches.

—Puedes elegir el coche que quieras, menos el Porsche.

El amor por el dineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora