La calidez de las manos de Ramón la envolvió en una ola fogosa. Sus labios rozaron los de ella con una suavidad electrizante, enviando un cosquilleo por todo su cuerpo. Poppy cerró los ojos, entregándose al placer del momento. Su respiración se aceleró mientras él la besaba con pasión, explorando cada rincón de su boca. Sus manos recorrían su cuerpo con avidez, acariciando cada curva, cada centímetro de piel. Un gemido ahogado escapó de sus labios mientras él se detenía a mirarla a los ojos, sus pupilas estaban dilatadas, reflejando la intensidad de su deseo.
—Eres hermosa, Poppy—, susurró con voz ronca y profunda. La rosada sintió que sus palabras vibraban en su pecho. —Y quiero hacerte mía.
Ella tragó saliva, sin saber qué decir, pero dispuesta a entregarse. Nunca se había sentido tan deseada, tan vulnerable. La necesidad que sentía por Ramón era demasiado fuerte.
Él la besó de nuevo, esta vez con más fiereza, mordiendo suavemente sus labios y explorando su boca con su lengua. Sus manos se deslizaron por su espalda, apretando su suave piel contra la suya. Poppy gimió en voz alta, arqueando la espalda para recibir más de su toque.
—Ramón... —susurró, su voz ronca por la pasión. —Más...
Él sonrió con picardía y la besó en el cuello, bajando luego por su clavícula hasta llegar a sus pechos. Los acarició con sus manos grandes y cálidas, pellizcándolos suavemente. Poppy gimió de placer, sus pezones se endurecían bajo su tacto.
—Eres tan hermosa, Poppy—, le susurró al oído. —Tan perfecta.
Él la besó en el pecho, y luego en el vientre, trazando un camino con su lengua hasta llegar a su intimidad. Poppy se retorció en la cama, gimiendo cada vez más fuerte mientras él la tocaba con delicadeza.
—Ramón... —suplicó, arqueando la espalda y abriendo las piernas para recibirlo.
Él la miró a los ojos, sus ojos brillando con deseo. —¿Eso es lo que quieres, Poppy? ¿Quieres que te haga mía?
Ella asintió con la cabeza, sin poder hablar.
—Entonces, prepárate—, le susurró antes de inclinarse y besarla de nuevo, esta vez con una pasión que la dejó sin aliento.
Poppy se despertó sobresaltada, el corazón le latía con fuerza en el pecho. La imagen del beso apasionado de Ramón aún estaba vívida en su mente. Se tocó los labios, todavía húmedos por el recuerdo de su beso, y una oleada de calor recorrió su cuerpo.
—¿Estás bien, Poppy? —preguntó él con suavidad, acariciando su mejilla con el pulgar.
—Sí, estoy bien —respondió finalmente, con la voz ronca por el sueño—. Solo he tenido un sueño... un sueño muy real.
Ramón la miró con curiosidad y ternura. —¿Y qué soñabas, mi reina? —preguntó, susurrando.
Dudó por un instante antes de contarle a Ramón, en voz baja y avergonzada, los detalles íntimos de su sueño. A medida que narró las caricias apasionadas, los besos fogosos y la entrega mutua, sus mejillas se sonrojaban y su respiración se aceleraba.
El troll azul la escuchaba en silencio, con una sonrisa apenas perceptible en sus labios. Cuando terminó, la miró a los ojos con intensidad.
—Poppy —dijo, con voz ronca y profunda—, lo que has soñado no tiene que ser solo un sueño.
Ella se mordió el labio inferior, nerviosa. —¿Qué quieres decir?
Ramón se acercó a ella y la tomó entre sus brazos, acortando la distancia entre sus cuerpos. —Quiero decir que puedo hacer que todo eso se haga realidad —le susurró al oído, enviando un escalofrío de placer por su cuerpo.
Poppy tragó saliva, sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho. —Ramón... —susurró su nombre, insegura al no saber qué decir.
Ramón se apartó un poco para mirarla a los ojos. —¿Me deseas, Poppy?
Desde el momento en que lo conoció, había sentido una conexión innegable con él, una atracción que iba más allá. Lo deseaba profundamente.
—Sí, Ramón —respondió finalmente, con la voz temblorosa—. Te deseo.
Él sonrió pícaramente. —Entonces, hagámoslo realidad —dijo, antes de inclinarse y besarla con pasión.
Su beso era ardiente y feroz, lleno de la pasión contenida que ambos habían estado sintiendo durante tanto tiempo. Poppy entregada al beso por completo, olvidando todo lo demás a su alrededor. Solo existía Ramón, sus labios, sus manos, su calor...
Él la desvistió con delicadeza, admirando la belleza de su cuerpo sonrojado y deseoso. Poppy se sintió vulnerable y hermosa al mismo tiempo, segura de que estaba en manos de alguien que la deseaba tanto como ella lo deseaba a él.
Pronto ella abrió los ojos de golpe, encontrándose en su habitación, con la luz del sol filtrándose por las cortinas. Un suspiro de frustración escapó de sus labios mientras se daba cuenta de que todo había sido un sueño doble.
—¡Poppy, despierta! ¡Es hora de comenzar el día! —exclamó su hermana con entusiasmo, mientras sacudía su cuerpo con suavidad.
Poppy refunfuñó, aún perdida en las ensoñaciones que Viva interrumpió tan abruptamente. Sus mejillas sonrojadas y su respiración agitada eran un indicio de lo vívido de su sueño.
—¿Qué soñabas, hermanita? —preguntó Viva con picardía, notando el estado sonrojado de Poppy.
Aunque dudó por un momento, decidió confesarle a su hermana en un susurro: —Soñaba con Ramón...
Viva sonrió con complicidad, pues no era la primera vez que su hermana menor tenía ese tipo de sueños.
—Y cuéntame, ¿Qué hacía Ramón en tu sueño? —indagó Viva, sentándose en la orilla de la cama.
Poppy, aún avergonzada por la intensidad de lo ocurrido, estuvo a punto de narrarle a Viva los detalles del ficticio encuentro apasionado con Ramón. Pero pronto recordó algo que podría salvarla de ser cuestionada.
—¡Lo haré si me cuentas sobre tu encuentro con Barb! —reclamó, risueña.
La rubia, un poco sorprendida por el repentino comentario de su hermana menor, giró su cabeza hacia un lado, sonrojándose al recordar aquél encuentro.
¡GRACIAS POR LEER!
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Aventura sin destino. +15
FanficSeis meses después del rescate familiar, Poppy y Ramón, la pareja real de Villa Pop, anhelan un poco de normalidad. Sin embargo, los celos, las inseguridades y las responsabilidades de la corona amenazan con ensombrecer su romance. ¿Podrán superar s...