Capítulo 5

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  Vi a Alan actuar extraño, aunque pareciera imposible, pues su comportamiento de por sí ya lo era.

Se movía incómodo de un lado a otro.

—¿Estás bien? —Pegunté con cautela.

—Sí, solo estoy pensando. —Dijo mientras se rascaba la barba inexistente sin dejar ese aspecto nervioso.

—¿Puedo saber en qué tanto piensas?

—Pues verás, estaba pensando en qué harías si te soltase ahora mismo. Quiero hacerlo, pero estoy seguro de que te irías, y no puedo permitirlo.

Alan miró hacia mi dirección con gran interés en mi respuesta.

—¿Entonces no quieres matarme? —Intenté ocultar el alivio que sentía. Siendo sincera esperaba de todo menos que el gran Alan me quisiera con vida.

—Es lo que he dicho, no deseo tu muerte, te pareces mucho a mí cuando joven, no quiero que termines como yo. —Hizo una pausa desviando su mirada a otro lugar. —Sería una pena.

Se me hacía raro y poco probable el interés de Alan hacia mí, a pesar de que tenía razón en algo, me parecía mucho a él. En el sentido de que ambos habíamos sido abandonados por nuestros seres queridos, dejándonos completamente desprotegidos a manos de asesinos seriales. La única diferencia era que el psicópata que tenía delante al parecer si tenía sentimientos.

O al menos eso creía después de escuchar su historia.

—Tengo pensado salir hoy en la noche a realizar mi cometido, pero no te quiero dejar encerrada y atada como un animal. ¿Qué harás si te dejo ir? ¿Irías a contarle a todos? O peor aún, a tu novio y a tu amiga.

Pensé mi respuesta por un momento, ¿qué haría? Ni siquiera yo lo sabía. De algo si tenía certeza, iba a buscar a los que me abandonaron, necesitaba una explicación. Quizás un "no fue nuestra intención". Algo, lo que sea, esto no podía estar pasando, ellos no, no así.

—No lo sé Alan, no estoy segura aún, estoy muy confusa.

Su mirada se oscureció y por un momento pude ver una pizca de decepción en sus ojos. Me daba la sensación de que quería que me quedara con él.

No podía, Alan era un peligro para la sociedad, debía volver a donde pertenecía.

—Lo entiendo perfectamente, esto debe ser difícil para ti, entonces espero no arrepentirme de esto, aunque no será la primera vez que alguien me traicione.

Se acercó a mí, y con suma delicadeza me liberó de mis ataduras haciéndome sentir libre otra vez. Solo física, mentalmente me encontraba en un dilema. No sabía escoger entre lo correcto o lo que mi empatía gritaba.

Aunque también estaba el punto de que realmente esa empatía no estaba bien.

Sentía compasión por el villano.

—Ya eres libre, puedes hacer lo que gustes a partir de ahora. —Su voz me sacó de mis pensamientos

Me intenté levantar, pero mis piernas no respondían, estuve tanto tiempo sentada en la silla que mis rodillas estaban tiesas, impidiendo mi equilibrio.

—Deberías acostarte un rato hasta que recuperes el control total de tu cuerpo. —Dicho esto, Alan me levantó en peso, me acostó con delicadeza en la cama y me arropó. —Ahora debes descansar, lo necesitas. Yo iré de cacería, pero regresaré en un rato a ver como sigues.

—Alan.

Miró hacia mí.

—¿Sí?

—Pase lo que pase no dejes que te atrapen.

El Complemento del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora