Capítulo 22

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Estaba aterrada, no tenía idea de que hacían ellos aquí. ¿Y si habían lastimado a Alan? ¿Y si lo habían matado?

El pánico se apoderó de mi cuerpo y mis manos no paraban de temblar.

Madre de Dios...

—¡Mey! —Max corrió hacia mí en cuanto me vió. Yo retrocedí, dándole a entender que no quería que me tocara. —Estás...preciosa. —Me miró de arriba abajo causándome casi el vómito.

Imbécil mal parido.

Asco me daba.

Por el contrario, Sandra ni siquiera me dirigió la palabra.

No podía importarme menos.

Puta.

—Mey, ha pasado un tiempo. El director me ha informado que te has adaptado bien y que eres una alumna ejemplar. Superaste mis expectativas, no esperaba menos.

Yo seguía en shock.

—¿Podemos hablar en privado? —Volvió a hablar el sacerdote.

El director asintió y los cuatro salimos hacia la terraza.

—Necesito saber si ya estás lista para volver. No podemos seguir ocultando a Alan. Últimamente se niega a comer.

Las últimas palabras me dolieron profundamente.

Alan no estaba bien, no estaba comiendo. Mientras yo me preparaba para una fiesta.

A veces me odio a mí misma.

—Aún no, pero me falta poco. —Y era cierto, estaba a punto de aprender.

Lo extendería lo más que pudiera.

No quería irme de inmediato.

Extrañaba muchísimo a Alan, pero no me quería ir. Sabía que al hacerlo su destierro sería inmediato.

—¡Mey! Te dije que debía ser pronto. Han pasado meses ya. ¡Debemos irnos cuanto antes! —El sacerdote estaba estresado, lo podía ver en sus ojos.

Y no lo culpo. Entiendo perfectamente su posición. Pero yo no estaba lista.

—Te doy tres días. Pasado ese tiempo regresaremos, y si no estás lista tendremos que matar a Alan.

Estaba a punto de protestar, y antes de poder hacerlo una voz familiar se escuchó detrás de mí.

Al hacerse presente, Sandra, Max y el sacerdote hicieron una reverencia. Y luego el dueño de la voz se posicionó a mi lado.

Zareth.

—Perdonen la interrupción, no pude evitar escuchar. Tengo un oído muy sensible.

—Su majestad, me honra estar frente a usted. —Dijo el sacerdote, aún inclinado ante él.

Zareth se irguió y siguió hablando.

—Mey no está lista para volver, no aún. Ella me pidió que la ayudara y yo personalmente acepté a hacerlo. Esperen más tiempo, volverá cuando esté lista. No la presionen o saldrá todo mal, y no queremos eso, ¿verdad? —Alzó una ceja y los miró con un aire amenazante. —No obstante, a eso, no sé quién se creen ustedes para osar mencionar la palabra matar. Todos sabemos que bajo ninguna circunstancia se pueden matar a las leyendas. Que Alan haya vuelto es su problema. Y tú sabes mejor que nadie que el que se atreva a asesinar a su leyenda el precio será pagado con su sangre y la de su familia. Y no creo que quieras meter a la pequeña Eimy en esto. ¿Verdad? —Se cruzó de brazos y lo miró con superioridad. Digno de un rey.

El Complemento del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora