Capítulo 18

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El ambiente se tensó, un silencio incómodo abarcó todo el salón. No se escuchaba ni un mínimo sonido. Solo los pasos del chico con la piel más blanca que la de Alan, sus ojos rojos y un pelo negro, pero tan negro, que casi parecía de un tono azulado.

Era muy imponente y autoritario.

Seguido de él dos vampiros más. Uno rubio, cabello despreocupado, el cual caminaba con total confianza y una sonrisa única. Parecía más amigable. Por otro lado, había un chico de espejuelos y ojos cansados.

Se veía el típico nerd versión chupasangre. Estaba medio encorvado. Con una simple mirada podía notar que no le agradaba estar aquí.

Tomaron sus bandejas y se sentaron en una de las mesas que había vacías sin dedicar la más mínima mirada a alguno de nosotros.

El chico rubio fue el único que se dignó a observar por encima del hombro una que otra vez.

—Uy, yo pensando que sería aterrador, pero creo que me gustan. Los tres son preciosos.

Tenía razón, poseían una belleza inhumana.

Asquerosamente perfectos.

No sé cuál es el misterio, mientras más hijos de puta más lindos.

La hora de almuerzo pasó y tuvimos que volver a clases. Por suerte los vampiros fueron colocados en las aulas de los "sin especie" ya que lógicamente no podían estar en otro lugar.

No podían estar ni en la de los brujos, ni los elementales, ni los hombres lobos, ni mucho menos con los seres marinos. No quedaba más remedio que irse con los demás. Donde daban clases normales.

Esto no era una escuela para vampiros, realmente no sé qué hacía él aquí.

A veces odiaba mi vida. A veces odiaba mi suerte.

No sé cómo llegamos a esto, no sé en qué momento sucedió.

Me encontraba en una situación alarmante.

El rubio de antes se había acercado a mí, y ahora me estaba pidiendo permiso para sentarse a mi lado.

Estábamos compartiendo la clase de pociones junto con ellos.

Se preguntarán, ¡¿qué hace un vampiro en clase de pociones?! ¡Yo tampoco lo sé!

—¿Y bien?... ¿Me dejas sentarme? —Él me hizo ojitos y yo simplemente acepté. Tenía miedo de que si me negaba hiciera algo malo conmigo.

Se sentó con una enorme sonrisa y se me quedó mirando fijamente.

—¿Tengo algo en la cara? —Pregunté mientras me llevaba la mano a esta.

—No, nada. —Él respondió aún con la sonrisa, mientras se apoyaba en su propia mano mirándome fijamente. —¿Cuál es tu nombre?

—Mey. —Respondí sin mirarlo.

Puse mi atención en mi libro para ver si así me dejaba de mirar.

—Mey... que nombre tan raro, nunca antes lo había escuchado. —Se rascó la nuca y se inclinó un poco hacia atrás, recostándose en la silla y estirando todo su cuerpo. —¿Qué especie eres? —Dijo entre un bostezo.

—Bruja.

—Ohhh, que interesante. Yo soy...

—Un vampiro. —Lo interrumpí.

—Exacto, un vampiro. Veo que sabes algo de mí. ¿A qué se debe eso?

—Tres extraños vienen de Kingdom of Nãus, ¿qué te impresiona? Era obvio que todos estarían hablando de ustedes.

El Complemento del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora